RAZA, RACISMO Y DISCRIMINACIí“N


Una raza es una subespecie biogenética; lo cual significa que tiene tres atributos: primero, genotipo propio o estructura genética exclusiva; segundo, fenotipo propio o apariencia fí­sica exclusiva; y tercero, etologí­a propia o conducta exclusiva. En general, la ciencia genética afirma que no hay razas humanas, es decir, no hay subespecies biogenéticas del ser humano. En particular, la ciencia genética afirma que no hay genes propios de un grupo de seres humanos, sino sólo genes propios de un individuo humano.

Luis Enrique Pérez

El racismo consiste en creer que una raza humana es fí­sicamente, o intelectualmente, o moralmente, superior a otras razas. El racismo presupone, entonces, que hay razas. Empero, si no hay razas, el racismo es una creencia falsa; y si lo es, también es falso creer que una raza posee superioridad fí­sica, intelectual o moral.

Ninguna creencia falsa constituye un delito. Por consiguiente, el racismo no es un delito. Tampoco es delito creer que la Tierra es cúbica. El racista cometerí­a un delito si, por causa de su creencia, transgrediera los derechos de quienes no pertenecen a la raza a la cual él cree pertenecer, del mismo modo que quien cree que la Tierra es cúbica cometerí­a un delito si, también por causa de su creencia, transgrediera los derechos de quienes creen que la Tierra es cilí­ndrica. En ambos casos el delito no consistirí­a en la creencia misma, sino en los actos. Quiero decir que creer falsamente no es delinquir, aunque la creencia sea causa de actos delictivos.

Discriminar es un acto necesario del ser humano. Es un acto que consiste en diferenciar, valorar y elegir aquello que, en función de una finalidad, es mejor. Discrimina, pues, por ejemplo, la mujer adolescente que, entre los jóvenes que le proponen noviazgo, prefiere al más inteligente, o al más bello, o al más atlético, y no al más estúpido, o al más feo, o al menos atlético. O discrimina el niño que prefiere una deliciosa golosina y no un nutritivo pan. Si el ser humano no discriminara, la especie humana ya se habrí­a extinguido.

Si no hay razas, no puede haber discriminación racial; pero alguien puede creer que hay razas, y conforme a esa creencia falsa, discriminar racialmente. Esta discriminación es lí­cita. Por ejemplo, una mujer que cree que pertenece a una raza, lí­citamente puede aceptar casarse sólo con un hombre que pertenece a esa misma raza; y serí­a absurdo que, con el fin de que no discriminara racialmente, fuera obligada a casarse con un hombre que no pertenece a esa raza.

No hay razas sino etnias, o grupos de seres humanos que comparten un atributo genético, en torno al cual surge (o puede surgir) una cultura de ese grupo. Puede haber también, entonces, discriminación étnica, que también es lí­cita. Por ejemplo, es lí­cito que una etnia indí­gena que elige reina de esa etnia, sólo pueda elegir a una mujer que pertenece a esa etnia. Por definición, estarí­an excluidas las mujeres que pertenecen a otras etnias. Estas mujeres excluidas serí­an, entonces, mujeres lí­citamente discriminadas. ¿O habrí­a que prohibir que una etnia indí­gena que elige reina, elija únicamente a una mujer que pertenece a esa etnia, e imponer que elija a una mujer que pertenece a otra etnia?

Post scriptum. Los mayas no fueron ni son una raza. Los antiguos mayas descendí­an de pueblos asiáticos que, hace por lo menos 14 mil años, pasaron desde Siberia a Alaska por medio del estrecho de Bering (que aún no estaba cubierto por el mar).