Raras elecciones


julio-donis

Son extrañas porque el comportamiento de lo que estamos viviendo en el proceso de las elecciones 2011 se ha salido aparentemente, de la actuación tí­pica de un sistema polí­tico con fuertes debilidades institucionales, caracterí­stico de sociedades que están inexorablemente atadas a su propio pasado irresuelto y a los mismos tiempos urgidas por el vertiginoso ritmo que impone la mundialización.

Julio Donis

 


Sin embargo como se verá, las diferencias no son lo que parecen; aquel sistema solo está tratando de adaptarse a determinadas condiciones que impone una sociedad que avanza más rápido. El primer comportamiento atí­pico tiene que ver con la presencia de más mujeres en las candidaturas, especialmente en los binomios presidenciales, al menos 7 de ellos presentan en esta elección a mujeres que optan a la Presidencia o Vicepresidencia. Ese mismo í­mpetu no se refleja en los listados a candidaturas para diputaciones o alcaldí­as, donde el dominio lo tienen hombres y lo tiene el capital que es el que manda para poder comprar un lugar. Más mujeres de candidatas como Sandra, Rigoberta, Patricia, Roxanna, Laura, Adela, etc. no es ni de lejos, el reflejo de una sociedad equitativa que respeta los derechos de la mayorí­a de la población, empezando por ellas mismas. Este paí­s está remotamente situado sobre la posibilidad de avanzar hacia un esquema en el que tanto mujeres como hombres construyen con igualdad de derechos en una sociedad plena. Este pequeño y horrendo lugar aún acoge atrocidades en un silencio cómplice en el seno de la tradicional familia, figura por cierto bastante rebasada por la realidad; para decir poco, se guardan en los clósets, violaciones de padres a hijas, relaciones de violencia sicológica y fí­sica, maltrato y abandono de padres prepotentes, niñas de diez años que se convierten en madres, etc. El animal cambió de pelaje y las miles de manchas en su piel lo hacen parecer un leopardo pero no lo es. A la presente elección acuden más partidos como ninguna otra desde el establecimiento del orden democrático, 28 para ser exactos, sin embargo no todas las manchas son del mismo felino; hay partidos polí­ticos durmientes, que no compiten, guardan la ficha para la ocasión de mayor provecho. Hay por lo menos 3 coaliciones electorales en estas elecciones que indicarí­an engañosamente un atisbo de madurez y apertura polí­tica entre las fuerzas partidarias, pero la realidad es que priva el oportunismo, el acuerdo extremadamente coyuntural y la dispersión. La experiencia de la UNE-GANA fue más succión que coalición y la paradoja es que el absorbido podrí­a ser el único sobreviviente de esta deglución polí­tica. La unión de VIVA-EG solo se comprende si se lee en clave de oportunismo polí­tico, pero jamás desde sus referentes ideológicos, si es que hay alguno. En la alianza del Frente Amplio de la izquierda el peso polí­tico no parece haber aumentado como producto de tal unión, los hilos que la sostienen deberí­an soportar un viaje que mucho más largo que la elección misma, me temo que se descolgarán después del gran baile. Un tercer elemento de atipicidad es una falsa polarización del debate electoral que no es para nada ideológico. Todos los pájaros de árbol cantan el mismo desentonado grito de poder y todos exponen sus limitaciones y prejuicios; bastó escuchar el complaciente y convencido tono de los candidatos en el foro de la Iglesia católica en la que todos, incluida Rigoberta Menchú, exponí­an sus convicciones y expresiones contra el aborto, contra la Ley de divorcio expedito, contra los anticonceptivos, contra la homosexualidad, contra la promoción de una educación sexual liberadora. Lo que priva por lo tanto son prejuicios de clase, impera la doble moral, la discriminación por género y por etnia, y aún así­, todos exponen sus valores conservadores, lo cual embarga cualquier posibilidad de un debate de altura desde posiciones con referencia a un marco ideológico sustentable. Estas son elecciones que estiran hasta el lí­mite la pobre legitimidad de un sistema democrático que se tiende como un manto de impostura en la que ciudadanos con derechos que no tienen, elegirán a candidatos en los que no creen, los cuales pertenecen a partidos que no lo son, que  a su vez competirán en elecciones que parecen diferentes pero que tampoco lo son.