Raoul Wallenberg: “Para mí no hay otra opción”


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El jueves 23 de mayo de 2013, la Embajada de Suecia en Guatemala inauguró la muestra “Para mí no hay otra opción”, con motivo del centenario del nacimiento del héroe sueco Raoul Wallenberg. La exposición que despliega 19 hermosas mantas vinílicas que describen en tres capítulos la vida de Wallenberg, estará abierta durante todo el mes de junio en el maravilloso “Museo del Ferrocarril” de la Ciudad de Guatemala, el cual tiene como objetivo “rescatar, proteger, conservar y promover la investigación y divulgación del Patrimonio Histórico de carácter ferroviario en Guatemala.”

Grecia Aguilera


Raoul Wallenberg nació el 4 de agosto de 1912, en Kappsta, Suecia. Siendo arquitecto y empresario, fue enviado como diplomático del Gobierno de Suecia a Budapest, Hungría, en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. Su misión se convirtió en la acción humanitaria de salvar a todos los judíos húngaros que pudiera y comenzó a emitir ‘documentos de protección’ que les entregaba a los perseguidos para que se identificaran como ciudadanos suecos en espera de repatriación. También alquiló casas a nombre de la Embajada, declarándolas territorio de Suecia, para así proteger en esa área a los israelitas. Wallenberg recorría incansablemente los trenes que iban cargados de personas para entregarles los documentos, y luego reclamaba a los nazis para que liberaran a quienes ya los tenían. Así, la exposición sobre Raoul Wallenberg, instalada en el Museo del Ferrocarril de Guatemala, rememora estos hechos. Cuando en 1945 llegaron los soviéticos a Budapest, Wallenberg fue llevado a la Unión Soviética y en Moscú lo hicieron prisionero. Hasta el día de hoy no se sabe cuándo y cómo murió. Raoul Wallenberg ha sido reconocido por la organización israelí “Yad Vashem” con el título de “Justo entre las naciones” por haber salvado personalmente la vida de miles de judíos húngaros. En su discurso que dictó el Embajador de Suecia en Guatemala Michael Frühling el día de la apertura de la exposición, manifestó: “El espíritu de acción de Raoul Wallemberg era inagotable, trabajaba día y noche con la ayuda de cientos de valientes colaboradores. Wallemberg comenzó a ser amenazado y perseguido por los nazis por sus métodos usados en el rescate de los judíos. En varias ocasiones, sus colegas le imploraron que se regresara a Suecia, pero su respuesta fue simplemente: ‘No tengo otra opción. He aceptado esta tarea y nunca podría regresar a Estocolmo sin el conocimiento de que he hecho lo humanamente posible para salvar a la mayor cantidad de judíos.’ En momentos de horrenda degradación humana, Wallenberg nos demostró que una sola persona puede hacer la diferencia. Raoul Wallenberg decidió que no quería seguir siendo un espectador y decidió que no tenía otra opción. Él, una persona educada y de familia acomodada, pero a la vez bastante común y corriente, como cualquiera de nosotros, demostró que es posible y necesario tomar una acción en el momento preciso. Demostró que todos podemos estar a la altura de las circunstancias, apoderarnos de ellas y esforzarnos más de lo que creemos posible. La lucha por el respeto a la dignidad de la vida humana así como la aceptación de las diferencias debe ser un proceso que debe buscarse y protegerse permanentemente. Todos los días deberíamos promover y defender una sociedad abierta y tolerante. Lo más atroz para una sociedad no es la maldad de la gente mala. El mayor peligro es el silencio de la gente buena, como lo afirmó Mahatma Gandhi. Todos y cada uno de nosotros tenemos un papel y una responsabilidad en la lucha contra el racismo y la discriminación existente en nuestro mundo en la actualidad. A nadie se le puede exigir dar tanto como lo hizo Raoul Wallenberg. Pero todos tenemos la posibilidad de hacer algo.”