Ramón ívila: en busca de su identidad


Ramón ívila es un pintor y diseñador gráfico, nacido en Barcelona; de ahí­ adquiere su formación, tanto profesional como artí­stica. Luego, se traslada a Brasil. A principios de la década de los sesenta, llega a Guatemala, en donde se adhiere pronto a los grupos artí­sticos del paí­s, como el Grupo Vértebra.


Estéticamente, ha sido clasificado, en su etapa temprana, como uno de los pioneros de las vanguardias, no sólo en Guatemala, sino que en Latinoamérica; en una etapa intermedia, se adaptó a las caracterí­sticas del fotorrealismo norteamericano, para luego, en su etapa más reciente, volver a la abstracción.

Ha logrado conciliar su trabajo profesional en el diseño gráfico con su actividad artí­stica. La objetividad del diseño gráfico y su campo de acción en la publicidad, le ha mostrado a capturar la esencia de las cosas, lo cual ha sabido trasladar esta práctica al ámbito artí­stico.

Por su parte, su ejercicio estético también lo ha incrustado dentro de su profesión, logrando aplicar las teorí­as del color, la abstracción y la belleza estética, dentro de la publicidad.

Pese a que, como se mencionó, nació en España, ívila se siente guatemalteco. Ha residido por más de 40 años en el paí­s, y su estética ha sido influida por la experiencia de la sociedad nacional.

Entre sus caracterí­sticas pictóricas están: la inclinación por el abstraccionismo, por lo orgánico (influido por el intenso contacto con la naturaleza guatemalteca) y la utilización de técnicas no tradicionales, como la mancha y el tachismo, que lo acerca a que sus cuadros sean simbólicos, figurativos y esencialistas.

Trayectoria estética

A lo largo de la trayectoria de Ramón ívila dentro del arte, se denota una preocupación por el quehacer estético. í‰l, a su vez, con este ejercicio, también fue aportando al arte guatemalteco con las nuevas estéticas que provení­an del extranjero.

Como se mencionó, ívila nació en Barcelona. Como publicista viaja a Brasil, y luego se radica en Guatemala. Estos datos no caen únicamente en el biografismo, sino que cada lugar le influyó de alguna manera en su estética.

Como español, ívila trajo consigo las grandes renovaciones artí­sticas del siglo XX, especialmente en tres vanguardias: el Surrealismo, el Expresionismo y, fundamentalmente, el Dadaí­smo.

Guatemala habí­a caí­do en un receso en cuanto a las posturas artí­sticas y a su renovación. La represión de los años sesenta, década de inicio del conflicto armado interno, hizo que muchos intelectuales se exiliaran. Al parecer, sólo los pintores lograron reconstruir y quedar en pie de batalla; sin embargo, habí­a que recuperar el tiempo perdido, y la estética vanguardista aún no habí­a entrado al paí­s, no más de lo que habí­an ofrecido Carlos Mérida y compañí­a.

Corresponde, pues, a ívila y al Grupo Vértebra (entre otros), recuperar esta estética para el paí­s, y relacionarse con las tendencias que marcaban a nivel internacional. Por supuesto que ívila, al venir en ese contacto desde Barcelona y Brasil ofrece un enorme aporte.

í‰ste es el aporte que se muestra en las pinturas que se muestran en estas páginas, que forman parte de su producción de 1962. Huye de los neorrealismos, y se aproxima más a una estética Dadá.

Su formación como diseñador gráfico también le ayuda en su estética: usualmente en la publicidad es necesario caputrar la esencia de los objetos, para evidenciarla y que el público lo compre. En pintura, ívila también logra caputrar la esencia de los objetos, y la codifica para logar un verdadero sí­mbolo que tenga trascendencia para cualquier época y espacio.

Una búsqueda

Estos primeros trabajos tienen mucho de vanguardista. Sin embargo, durante una época, por influjo también del diseño gráfico, ívila se involucró en los movimientos Fotorrealistas, provenientes de Estados Unidos. Sin embargo, se puede considerar que esta es una etapa, ya que, en general, su estética global se puede ubicar en el Figurativismo, con matices organicistas.

Este aspecto organicista, probablemente, le viene del contacto de paí­ses como Guatemala y, por qué no, también Brasil, en donde la naturaleza aún forma parte fundamental del paisaje.

La naturaleza, codificada con técnicas Dadaí­stas, como la mancha, el gesto, el tachismo, la abstracción, el geometrismo, conducen a que los cuadros de ívila indiquen una forma de ver la vida.

Los paisajes son transformados, siguiendo una tradición realista, a imagen fotográfica, pero más afí­n a su compatriota español Goya, esperpentizandola. La naturaleza adquiere en ívila otra realidad: las manchas, los tachones, las lí­neas, son en realidad árboles, piedras, tierra, montañas, cultivos, vegetales, etc., unidos artificialmente, lo que ofrece su visión particular.

En todo ello, la búsqueda que se refleja en ívila es constante: en su obra se dennotan caracterí­sticas del arte español (europeo), brasileño y guatemalteco, pintando paisajes de nuestro paí­s.

ívila se considera y es guatemalteco; este paí­s ya lo hizo suyo. Sin embargo, su andar por otras latitudes del globo le han dado las suficientes herramientas para proyectar una nueva visión del paí­s. Su eterna búsqueda: conciliar sus raí­ces españolas, su experiencia brasileña y su nacionalidad guatemalteca, en su obra pictórica.