El reino de la impunidad es lo que primero observaría un cirujano que se proponga intervenir para extirpar este mal social en nuestro país. La enfermedad ya está generalizada en las aduanas y pasos fronterizos. Dejaron de existir aquellos funcionarios probos a carta cabal que vivían exclusivamente de su salario y que su mayor orgullo era entregar cuentas cabales al gobierno. Si fuese necesario, algunos de aquellos funcionarios probos, podía dejar el escritorio y engrosar una revolución siguiendo a un caudillo.
El maestro, el alcalde, el juez, médico, fueron guías de la comunidad viviendo modestamente. Por las tardes, fuera del horario de oficina leían el periódico y se imaginaban ver a Emiliano Zapata distribuyendo tierras en el vecino país de México.
No existían radios, televisores, computadoras, escasamente el telégrafo, debido a ello los periódicos eran esperados y las noticias motivo de comentarios, de ahí que se formaban juntas de patriotas para solicitar libertad de imprenta y de comercio, así nació la Independencia, de las juntas de patriotas en toda América.
Se perdió la convocatoria, hoy ya nos reunimos para analizar los problemas nacionales.
Si me es permitido soñar que estoy ante una junta de guatemaltecos, y que de pronto me veo en el uso de la palabra, deseo proponer, entre otras cosas, que luchemos para conservar nuestros recursos naturales: petróleo, oro, níquel, bosques, ríos, lagos, plataformas marítimas y hasta el aire que baja de las montañas, todo es nuestro y nos pertenece.
Será una lucha cívica y de ser posible bajo la mirada de la Organización de las Naciones Unidas, ONU.
No se necesita de tanta tecnología y ciencia para llegar al convencimiento que nuestros recursos naturales nos salvarán de la miseria en que ya muchos guatemaltecos viven, que no tienen ni para comprar sus alimentos.
Me da la impresión, cada vez con mayores elementos de juicio, que de los gobiernos ya no esperamos nada.
Tengamos la buena voluntad de hacer valer nuestras opiniones, estamos en ley, dejemos un recuerdo a las futuras generaciones. Vale la pena luchar para que ya no salgan del país nuestros recursos naturales. Los guatemaltecos necesitamos tales recursos. En las actuales condiciones no nos dejan ni las migajas del petróleo.
Es importante pensar en la cantidad de mano de obra que puede absorber la explotación de tan ilimitadas riquezas que Dios le ha regalado a Guatemala.