R E A L I D A R I O (DLXXXVI)


El monopolio del patriotismo. Hay quienes se arrogan la exclusividad de ostentar la verdad; otros la facultad de juzgar a los demás; unos cuantos tienen el acaparamiento del éxito. Etcétera. 36 años de guerra sucia y terrorismo de Estado, de defensa del establisshment y de reprimir las aspiraciones populares de justicia social, democracia real y respeto a los derechos humanos, otorgaron a los oficiales del glorioso y pundonoroso Ejército Nacional el monopolio de patriotismo. Ser patriota era –y todaví­a es en ciertas mentalidades– estar adscrito a los dictados del Energúmeno del Norte, a un irracional anticomunismo, a percibir «doctrinas exóticas» incluso en Sermón de la Montaña o en «Voz y voto del geranio». En nombre de un espurio y obcecado amor a la patria nadie se ha arrepentido ni pedido perdón por sus atrocidades cometidas. (Entre civiles frí­volos su patriotismo se reduce a la veneración fastuosa de sí­mbolos y convencionalismos vacuos.)

René Leiva

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Diversificación policial. Hoy en dí­a, los celosos guardianes de nuestra inerme seguridad han diversificado o subdividido sus funciones y actividades, según lo demandan los tiempos modernos y sus propias aptitudes y necesidades de sobrevivencia. Ha pasado la época romántica en que los señores agentes rasos estaban sólo pintados, parados en las esquinas de las calles dándole vueltas en el dedo í­ndice a la cadena del gorgorito y chuleando traidas. Pero las sagradas e inexorables leyes del mercado exigen a todo aquel que porte una arma de reglamento, con o sin uniforme, a que preste sus servicios en el aseo o higiene de ciertos bichos o alimañas que minan la sociedad, pero también en la asesorí­a técnica y sobre todo práctica a enormes corporaciones ni autorizadas por la legislación vigente, reclutadoras éstas de variedad de profesionistas donde destacan los peritos en derecho. Todo ello con o sin la anuencia de Adelita, que no parece tan angustiada que digamos. (Por cierto, ¿y si Adelita se fuera con otro, el catorce a las catorce en punto?)

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Más y menos abstencionistas. A petición general, por este medio, Abstencionistas Anónimos se permite, una vez más, aclarar que nuestra asociación, dentro del universo abstencionista, viene a ser la parte, el capí­tulo o el sector histórico, institucional, intelectual, doctrinario, sistémico, documental, dialéctico, polémico, revisionista, contestatario y disidente, por lo menos, así­ reconocido por todo el aparato polí­tico y sobre todo politiquero, electoral y electorero de paí­s de la eterna, incluido el no tal honorable Te Ese E. Porque abstencionistas hay muchos, por la gracia de Dios, pero no es lo mismo aquel que se abstiene de ir a depositar su sagrado y codiciado voto porque ese dí­a amaneció en estado diarreico o con un dolor de muelas de grueso calibre, que el aplicado asociado nuestro, investigador y hasta erudito en la materia. Claro que ante las urnas, o mejor dicho a varios kilómetros de distancia de dichos recipientes sacrosantos, todos los abstencionistas somos iguales, aunque unos más que otros, podrí­a decirse. Por definición, Abstencionistas Anónimos encarna la genuina heterodoxia polí­tica. Desobedientes y deliberantes. Contrarios a la partidocracia y la encuestodictadura. No nos atribuimos concesión o exclusiva alguna, pero en Abstencionistas Anónimos se aplican restricciones y nos reservamos el derecho de admisión. Cierto, somos elitistas y discriminadores, con un alto sentido de la omisión selectiva. Y tenemos la consigna del antiproselitismo activo. Todo triunfalismo es pí­rrico.

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Presencias prescindibles. Así­ como hay grandes ausencias, ausencias notables, sea en la sede de la ONU o en cualquier otra parte, también se dan las presencias insignificantes, prescindibles, casi triviales, debidas a la mediocridad, corta inteligencia, poca calidad, escaso mérito, exigua importancia, limitado interés de ciertos falsos lí­deres en asambleas ajenas a su hábitat, donde no encuentran su medida. (Cualquier parecido con la «despedida» de Buenagente Bershé en las Naciones Unidas no es ninguna coincidencia.)

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Radio Faro Cultural. De los 57 años que este 2 de octubre ?¿ayer?? cumplió mi maestra de música, 50 son mí­os, parte esencial en mi existencia de su alumno melómano.