R E A L I D A R I O (DLXXIII)


Voto acrisolado. Me lo escupen a diario, por todas partes, casi a manera de regaño, con un matiz de amenaza, como si yo fuese menor de edad o retrasado mental, que razone mi voto, que lo piense bien, que debe ser un voto consciente (sic), o sea no dormido ni hipnotizado ni en estado de ebriedad, lo reflexione y lo analice, que no lo vaya a desperdiciar; pero a la vez, esos mismos enfiestados cí­vicos, me señalan que todos los candidatos son una partida de incapaces, corruptos, oportunistas, que los partidos son sentinas y desaguaderos de lo peor que ha parido la sociedad, resumideros de ladrones y matones, casi sin excepción. Cosas que me sé de memoria, porque no me lo han contado ni lo leí­ en Pepe y Polita. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Dónde encontrar esa única aguja de mediocridad en el enorme pajar de desperdicios?

René Leiva

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Ventanas rotas. Sucede que la ciudadaní­a honrada, trabajadora y pací­fica sabe muy bien, de sobra, que un chafarote es capaz de todo, de cualquier cosa, sea metido a empresario, a funcionario público o a polí­tico partidista, y si dicho caballero ha sido represor de su pueblo, comandante de zona militar contrainsurgente, jefe de la temible G-2, siempre aliado de todo tipo de chorchas, hoy en dí­a con ambiciones presidenciales, ¿por qué no creer que dicho personaje ?más bien innombrable pero caradura? pudiera haber autorizado algo parecido a la historia de aquel vidriero que mandaba a su hijo, en horas de la noche, a apedrear ventanas y cuanto cristal se le pusiera enfrente, para así­ acrecentar sus ventas, aun cuando la verdadera verdad pudiera ser otra?

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Coches sin sábado como candidatos. Entre otras cosillas no menos importantes, los observadores han observado que muchos coches a quienes todaví­a no o nunca les llegará su merecido sábado están muy campantes postulados para optar a cargos en las actuales elecciones generales y coroneles, sobre todo para diputados y alcaldes, lo cual desdice o más bien desmiente y refuta la conocida sentencia popular, aunque los mismos observadores reconocen que en el paí­s de la eterna es excepcional que a un coche, sobre todo si es de cuello blanco y a la vez es un pez gordo, algún dí­a le llegue su sábado; pues incluso un coche sin sábado es admirado y hasta envidiado por la ciudadaní­a; y también sucede que los coches a quienes nunca les llega ni les llegará su sábado suelen ser los más codiciados por los llamados partidos polí­ticos, todo lo cual, en su conjunto, merecerí­a un profundo estudio por parte de la sociologí­a y la psicologí­a social, entre otras muchas disciplinas, admiten los observadores. Sábados van, sábados vienen, y ante ningún coche se detienen.

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Ni pacto ni caballeros. ¿Serí­a factible un pacto de marcianos entre simples terrí­colas? De igual manera, es imposible que todaví­a se hable de un pacto de caballeros cuando tal especie hace mucho tiempo se extinguió para siempre jamás, según está comprobado. De acuerdo con los archivos respectivos, en el paí­s de la eterna el último de los caballeros fue avistado en los años sesenta del siglo pasado, allá por el Portal del Comercio, un dí­a de noviembre, a eso de las cinco de la tarde. ¿Por qué, entonces, arrogarse una condición de la que se carece por completo, cuando se está muy lejos de ostentar los atributos respectivos, de caballero precisamente? ¿No se cae en usurpación de calidad en el momento que tipos comunes y corrientes, sin ninguna autoridad moral ni intelectual, con cuentas pendientes ante la ley, prosaicos y pedestres, suscriben un pacto de caballeros, que ya lleva en dichas rúbricas su propia negación, incumplimiento, violación, burla…?

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Mi petate difamado. De seguir las recomendaciones de mi equipo de abogados, a esa hora estarí­a yo ante tribunal más o menos competente presentando una querella formal contra Uaio Biatoro Clugmann por esa serie de difamaciones, calumnias y falsos testimonios, cuanto menos, perpetrados en perjuicio de mi humilde e inerme petate ?que, dicho sea de paso, el mismo Uaio me obsequiara, sin yo solicitárselo, pues además de poseer Uaio una maestrí­a en petatologí­a por la Universidad Complutense de Tejutla, él mismo teje petates en sus ratos libres, si le hemos de creer a sus detractores?. ¿En qué ha convertido a mi petate la pluma ví­pera de Uaio Biatoro? En camastro de motel, en catre de pensión barata, en hamaca para dormir la mona, en tálamo de una noche, en litera de viaje, y ya solo falta que en lecho de espinudas rosas.