R E A L I D A R I O (DLX)


René Leiva

Eclipse de Sol. Tal vez la principal causa de que no se pueda tapar el sol con un dedo ?ni con dos, tres o cuatro dedos? se debe a que como la tierra ?sobre todo la que se supone está parado el supuesto tapador? gira alrededor del astro rey (movimiento de traslación) y a la vez de una su vuelta sobre sí­ misma en un dí­a común y corriente (movimiento de rotación), de tal manera resulta imposible mantener fijo el dedo en dirección a nuestra estrella durante el tiempo que uno desearí­a cubrirlo, pues a lo sumo dicha ocultación no puede durar más de dos o tres minutos, y quienes son proclives o inclinados a este singular ejercicio suele ser gente impaciente que busca efectos instantáneos e inmediatos, y entonces serí­a muy raro que alguno de estos individuos tuviese la paciencia de seguir el (aparente) movimiento del rey astro y en consecuencia de mantener su dedo levantado en la orientación apropiada, a medida que se suceden las horas y llega el ocaso. Y todo este afán en un solo dí­a cualquiera, sin considerar que quienes intentan tapar el sol con un dedo lo pretenden todo el tiempo o durante varios dí­as, semanas, meses e incluso años. (Si no me expliqué con la claridad que el caso amerita, el probable lector puede auxiliarse con su invicta imaginación.)

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El lago San Antonio. En un futuro próximo, pero de la noche a la mañana, no será del todo raro que en la zona seis (6) y parte de la zona dos (2) capitalinas, brote un lago del tamaño del de Amatitlán, pero que llevarí­a el nombre de San Antonio, por razones obvias, o sea lago de San Antonio, aunque no serí­a de aguas más o menos cristalinas ni crearí­a mojarras doradas ni plantas acuáticas, pues en realidad estarí­a abastecido por las más que probables fugas del gran colector allí­ construido, gracias a la nunca desmentida laboriosidad, prevención, previsión y precaución de nuestras ya perpetuadas autoridades municipales, con ílvaro el Soberbio a la cabeza. Pero claro que el siguán que se formó en aquel querido barrio, a su vez, puede ser el desaguadero natural del potencial lago. ¿Que no es posible? Todo es posible en el paí­s de la eterna.

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Idiotas. Si el probable lector leyó en su oportunidad, hace diez años, el libelo Manual del perfecto idiota latinoamericano, escrito por Henry Kissinger (de origen judí­o alemán), John Dimitri Negroponte (de origen judí­o griego) y Otto Reich (de origen cubano alemán), con prólogo, como no, de Mario Vargas Llosa (español de origen peruano), pues ahora no debe perderse (por ningún motivo) El regreso del idiota, de los mismos autores, en el que también se hace una pí­rrica defensa de la derecha antropófaga, del anticomunismo, del imperialismo, de la globalización económica, del neoliberalismo y del glorioso mercado, pero a la vez, por supuesto, está contra la memoria histórica y la justicia social de estos pueblos, su identidad, su dignidad y su diversidad culturales, con todo lo cual se hace una explí­cita apologí­a del primer mundo, del pensamiento único, y de la homogeneización polí­tica-económica y cultural, a escala global. Este nuevo panfleto de corte yanqui-imperialista demuestra que los idiotas nunca han regresado. Siempre han estado aquí­, entre nosotros, tomándonos el pulso, como bien pagados peones ilustrados del dominio mundial. En tanto, Las venas abiertas de América Latina, ví­a el Sur, pretenden cerrarse. Idiotas aparte. O a su pesar.

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En clave arcana. 27/II/07, horas de la noche. Chávez: «Fidel, ¿jaguaryú?» Fidel: «Verigí¼el.» Risas de burla y complicidad. Pero ¿en qué clave debe interpretarse tal saludo telefónico? ¿Guai in inglish? ¿Qué clase de código manejan ambos lí­deres latinoamericanos? ¿Es para desorientar a la CIA, a la Casa Blanqueada, al Departamento de Estado? ¿Cuál es ese mensaje cifrado, al parecer sólo para iniciados en alta geopolí­tica?

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Urge cortar exceso de tela. Si hay algo en lo cual coinciden y concuerdan todos los observadores y expertos consultados es en que hay mucha tela que cortar, por no decir demasiada o excesiva, pero no se ve voluntad polí­tica para usar las tijeras en tal sentido, y ni siquiera proceder a la medición de la referida tela para tener una idea de sus considerables dimensiones y por dónde obrar en lo pertinente. Por supuesto, es la misma tela de siempre, que a veces varí­a en su materia prima, diseño, color o textura, pero en los actuales momentos ya excedió lo razonable y los entendidos no dudan en que es urgente hacerle unos buenos cortes aquí­ y allá, si es que somos serios y responsables como sociedad civilizada del tercer milenio. ¿Que no hay tijeras disponibles? Esa es una excusa ridí­cula. Cuando existe mucha tela que cortar cualquier instrumento con filo es de utilidad, incluso bien afilados dientes y uñas.