Política, no estética. De acuerdo con informaciones de prensa, por la calculadora mente de doña Rigoberta Menchú nunca ha cruzado la idea o el pensamiento de participar en ningún concurso de belleza, sea nacional o internacional, dada su edad, estado civil, medidas y peso corporal, además de que es Premio Nobel de la Paz 1992, empresaria farmacéutica y funcionaria del actual gobierno. Todo lo contrario, la Rigo más bien elabora proyectos sociales que nada tienen que ver con lides vanas enmarcadas dentro de la estética femenina, ni por asomo, como han sugerido algunas mentes perversas, enemigas juradas de la lideresa maya-quiché, quienes no han terminado de entender, porque no les cabe en su cabeza machirracista, que Menchú Tum ensaye con paciencia y método un conato de candidatura presidencial, para ella y sus designios. Aunque también es cierto que estética y política pueden fundirse.
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Transporte-ficción. Es la docta opinión de varios técnicos en urbanismo y en caos o atascos viales, que una solución al problema del transporte colectivo en la capital y áreas circunvecinas sería la urgente transferencia de tecnología nuclear, la que desde hace muchos años se utiliza en ciudades de planetas como Saturno y Urano, por ejemplo. No es cosa del otro mundo, como podría suponerse. Todo consiste en que ílvaro el Soberbio, nuestro Corregidor vitalicio, deje a un lado su obstinación y ceguera características. El sistema reside en la transportación de personas por microondas u ondas electromagnéticas de un estacionamiento a otro, en cuestión de segundos, utilizando la antimateria y el rayo láser como auxiliares. Nada de vías alternas, dobles carriles, segundos pisos, cuellos de botella, escalonamiento de horarios, buses articulados, obsoletos molinetes. Nada de eso. Treinta mil, cincuenta mil usuarios trasladados del Amate al Centra en seis décimas de segundo, de forma limpia y segura, con un costo de apenas cincuenta centavos de quetzal, o algo así. Claro, nuestras autoridades tendrían que entrar en pláticas serias con los extraterrestres e invertir algo de nuestros impuestos, ya que no hay almuerzo gratis ni pasaje de gorra, según los técnicos.
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«Azufre» Bush, gí¼elcom. Es cierto que en el país de la eterna, durante los últimos años, se han soltado varias legiones de demonios especializados en todo tipo de barbaridades, pero la llegada o venida, siquiera por unas horas, del mismísimo diablo en carne y hueso, o sea representado en la repulsiva personalidad de Shor «Azufre» Bush, eso ya requeriría adoptar no pocas disposiciones y prevenciones tanto de orden sanitario y profiláctico, como de carácter psíquico y ritual, tipo exorcismo, para cuando el inmundo espíritu del criminal de guerra y terrorista de Estado yanqui se haya marchado de esta tierra del sol y de montañas. Y también sería aconsejable a todos aquellos funcionarios incautos que tengan algún contacto directo con «Genocida» Bush, empezando por Buenagente Bershé, se sometan a una buena limpia de las siete hierbas, que es barato, rápido y no tiene contraindicaciones ni efectos secundarios. (Mientras Efraín el Anticristo, según dicen, bota por donde pasa una polilla que todo lo corrompe, su colega «Sulfuroso» Bush derrama un metaloide amarillento, quebradizo, insípido y olor característico, que no deja lugar a dudas.
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Tic. Hay quienes les gusta ser precedidos por la fama, ante aquello de quedarse a medio camino.
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Entre el colchón y el petate. Al parecer, el afamado banquero y tanatólogo Uaio Romualdo Biatoro todavía no encuentra la palpable diferencia entre colchón y petate, no obstante su maestría en ambas disciplinas, la petatología y la colchonología, que le han valido no pocos reconocimientos internacionales. Uaio Biatoro no termina de comprender, por ejemplo, que nadie con una cuarta de frente va a guardar sus ahorros abajo del petate, toda vez que éste, el petate, se mantiene enrollado y en un rincón; y nadie, con esa misma cuarta de frente, va a caer tieso sobre un mullido colchón, campo de mil batallas, si es que aún guarda algo de postrera gracia. ¿Será que a Uaio se le cruzó el colchón con el petate, o viceversa?