R E A L I D A R I O (DCXIX)


Izquierda. A todos aquellos que con insistencia morbo-patológica se preguntan que dónde está la izquierda, qué se hizo la izquierda, etc., conviene informarles que la izquierda se localiza precisamente al lado opuesto de la derecha, en la parte donde se ubica el corazón, uno de los órganos más nobles y sacrificados (enterrado vivo hasta la muerte), encargado de recoger la sangre y de impulsarla al resto del cuerpo, como quien dice nada. Pues esa es la izquierda que ha puesto perplejos a muchos extraviados que nunca faltan. Ahora bien, ignorar algo tan elemental y natural sólo indica un severo desequilibrio mental, aunque también es cierto que últimamente ha surgido por allí­ una no despreciable

cantidad de ambidiestros, diestros en las desorientaciones locomotrices.

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René Leiva

Si que tenemos la cara. Discúlpeseme pero yo insisto: no es que los polí­ticos nos quieran ver la cara, pues sucede que ciertamente tenemos la cara, sin lugar a dudas. Los polí­ticos no necesitan esforzarse, desearlo o intentarlo, no es necesario, ya que efectivamente poseemos la cara en cuestión, desde hace mucho tiempo, toda la vida. Basta ir por la calle, entrar a lugares públicos, asistir a actos multitudinarios para darse cuenta que tenemos la cara, de sobra, nos guste o no, lo sepamos -o no. O sea que a los polí­ticos les basta con sólo mirárnosla, incluso con poco detenimiento, sin precisión o apuro alguno, para saber con absoluta certeza que le cara la tenemos. Y así­ la tendremos por toda la eternidad, por los siglos de los siglos, para confianza, garantí­a y agrado de los polí­ticos. A menos que ocurriera un milagro de tipo genético, el cual alterara de forma benigna y positiva la natural configuración y rasgos caracterí­sticos de nuestra cara colectiva, lo cual serí­a un serio contratiempo para todo el quehacer polí­tico en el paí­s de la eterna. (Según los expertos, la cara que tenemos los guatemaltecos -terreno fértil para la polí­tica- ha ido tomando la forma y estructura que la hacen tan peculiar debido a factores remotos o inmediatos como la conquista, la colonización, las dictaduras de todo tipo, la amnesia histórica, el sometimiento al imperialismo yanqui, las taras y vicios sociales, la alienación cultural, la horchata en lugar de sangre en las venas, etcétera)

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Taller de irreverencia. Según ha trascendido en medios intelectuales, artí­sticos y literarios, muy pronto se llevará a cabo en nuestro medio académico un interesante seminario-taller de irreverencia en la escritura, el cual será impartido por un selecto grupo de profesionales del ejercicio irreverente aplicado al periodismo de opinión y cultural, el ensayo, la poesí­a, obras de ficción y crí­tica literaria principalmente. A quienes asistan puntualmente a todas las actividades en el arte de irreverenciar, que durarán un par de meses en algún antro de 4º Norte, se les acreditará con un bonito diploma de irreverencia avanzada, equivalente a maestrí­a, rama escritos o textos, en solemne acto. (Aplicarán restricciones.)

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En zapatos ajenos. Cuando he querido ponerme en los zapatos de otro, el muy cretino cree que pretendo suplantarlo, robarme su identidad o, peor aún, «ponerle» a sus «rieles».

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La polí­tica es el artilugio de llevar agua pública al molino propio.

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E1 nepotismo es una variante endogámica de la polí­tica doméstica.