R E A L I D A R I O (DCXI)


Una sartén, un mango. Diversos sectores y estratos sociales consultados ignoran y se preguntan quién realmente tiene la (o el) sartén por el mango, en el entendido de que la sartén, toda sartén, posee solo un mango, no dos ni tres mangos, y que precisamente por dicho asidero es donde debe tenérsele agarrado al famoso utensilio de cocina de forma circular. Pues sucede que nunca falta quienes cogen el sartén pero por cualquier lado de su circunferencia, incluso estando bien caliente, con aceite hirviente, en la creencia absurda de que pueden obviar o prescindir del mango. O sea que el sartén sólo puede ser tenido y sujetado por una persona, no más, y es quien lo hace por el mango precisamente. Ahora bien, en la hora presente, ¿cuál es esa persona que tiene la (o el) sartén por el mango? Ayer se decí­a que era fulano, hoy se dice que zutano, mañana se dirá que es mengano. Pero si hay algo que el pueblo honrado y trabajador abomina es esa incertidumbre e inseguridad de desconocer quién en verdad tiene la (o el) sartén por el mango. ¿O será que el sartén no tiene quien lo agarre, ni siquiera por donde debe agarrársele?

René Leiva

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Inflación importada. Está bien y es razonable la importación de ciertos bienes que no se producen en el paí­s de la eterna, como automóviles y gasolina, pero lo insensato, ilógico, irracional, idiota en una palabra, es eso de importar inflación. ¿A quién se le ocurre introducir en nuestro paí­s, desde el extranjero, pagada en dólares, una no determinada cantidad de subidas del nivel general de precios precisamente por una disminución del valor del dinero? ¿No existen leyes especí­ficas que prohí­ban y sancionen la importación de inflaciones no autorizadas, causantes de enormes daños entre la población, sea o no sea económicamente activa? ¿Acaso la inflación importada es de mejor calidad que la made in Guatemala? ¿Cuándo vamos a exportar nosotros el excedente de nuestras propias inflaciones, así­ sea el precio que fija Guol Estrit?

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Precoincidencias. Al menos dos precoincidencias he encontrado en el discurso de ingreso de la Academia Guatemalteca de la Lengua por don Mario Roberto Morales, «Intelicidio, ilustración y cultura letrada», publicado en nuestro Suplemento Cultural. Que una imagen nunca jamás puede valer más que mil (1000) palabras, con lo que ha costado a la civilización y a la cultura, por cientos de generaciones, la siembra y el crecimiento intelectual y espiritual de cada palabra. Que el menú mediático, sobre todo audiovisual, ha inducido a no poder discriminar (o jerarquizar) entre diversidad de informaciones, hechos, datos o personajes, sino que al consumidor todo se le pone en el mismo plato desechable.

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El Shute de Tishudo. Hasta donde recuerdo, el nombre de Romualdo Tishudo salió a relucir en las postrimerí­as de la última campaña electorera, pero como el candidato nato para las elecciones de 2011, por el partido polí­tico en formación «Petate Tieso», originado en mi lindo Tejutla, cuyo secretario general no podí­a ser otro que el inquieto y dinámico Uaio Biatoro. En tal virtud, me extraña sobremanera que el tal Romualdo Tishudo, en lugar de consolidar su liderazgo y fortalecer las bases de «Petate Tieso», ande opinando de esto y el otro, a diestra y siniestra, lo cual le significa un innecesario y prematuro desgaste polí­tico de imprevisibles consecuencias. Por este medio, demando al Uaito Biatoro para que, a su vez, emplace a Tishudo a fin de que se abstenga, durante los próximos tres años, de andar de shute y estar metiendo su cuchara en cuanto asunto nacional le sale al paso. A menos que se le entreviste o se le aluda, Tishudo debe conservar una cierta circunspección, si no es que quiera ser defenestrado antes de tiempo.