SOLAMENTE LA CARA. Para mí no habría inconveniente, ninguno, en que me vieran la cara de baboso. Así me hizo Dios y debo afrontar lo que sobrevenga en tal sentido. Pero lo trágico, lo patético, es cuando, en efecto, se tiene cara de baboso y, además, se es un consumado baboso bajo esa misma cara de baboso. Al fin y al cabo, sólo poseer la cara hasta puede tener sus ventajas, una oportunidad para, a la vez, babosearse a los demás haciéndoles creer de manera equivocada al respecto, e incluso puede dotarlo a uno de cierta aureola de candidez y simplicidad, que nunca están de más ya que ante el bobo se dicen y hacen ciertas cosas con la seguridad de que no trascenderán ni habrá crítica o censura.
Pero en caso se dé la fatal coincidencia de que en un mismo individuo, grupo o sector convivan y coexistan la cara en cuestión y una escasa inteligencia o deficiencia mental, entonces es de encomendarse a Dios porque tal situación es aprovechada al máximo, constituye materia prima, podría decirse; es el estado ideal para todo político en ascenso y con planes para su propio prestigio y su futuro económico.
Nada ha sido más funesto e infausto para un pueblo el que sus habitantes, además de tener la cara, en realidad sean unos solemnes babosos, dicho sea con el debido respeto. Porque lo conveniente sería no ser ni tenerla (la cara). O bien lo uno o lo otro. (Como es mi caso, según yo, que sólo la cara tengo, mientras no se demuestre lo contrario, faltaba más.)
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Gí¼iquilics. Entrevistado en su modesto apartamento en el Purgatorio, donde purga (cabalmente) un confinamiento de 1954 años terrestres, el coronel Jacobo Arbenz Guzmán aseguró no sorprenderle, para nada, la divulgación de «secretos» de la diplomacia-espionaje del imperio yanqui, realizada por Gí¼iquilics. Sí le ha impactado, un poco, el medio de difusión utilizado, inimaginable durante su truncado gobierno constitucional, pero no el contenido de esos documentos, ya que él fue objeto de espionaje y uno de los primeros conejillos de Indias en materia de documentación como un peligro para los sagrados intereses del imperio. Si Gí¼isquiles, perdón, si Gí¼iquilics hubiera existido en su tiempo, asegura Arbenz, la historia de Guatemala sería otra; habríamos entrado al siglo XXI en el XX; no estaríamos todavía en el siglo XIX, siempre en calidad de colonia abastecedora de materias primas, y tenaz importadora de subproductos fecales para el cuerpo y el espíritu (sic).
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EL CELULAR O LA VIDA. En un principio sólo las personas muy importantes poseían teléfono celular. Por eso yo no tenía. Ahora, con su uso masivo como otra necesidad impuesta, sólo las personas muy importantes no emplean teléfono celular. Entonces, ¿Por qué yo sigo sin tener uno?