Buenos para nada, malos para todo. No es que uno sea pesimista irredento; no es que uno ande viendo y juzgando las cosas sólo teniendo en cuenta sus peores aspectos; no es que uno tenga algún defecto prejuicioso en la percepción; no es que uno esté ganando por sus complejos y taras ancestrales e identitarias; no es que uno sea dirigido por parcialidades y subjetivismos perversos; no es que uno carezca del don de la piedad y de la compasión… No es. NO ES.
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A medias. En realidad, todo el asunto parece ser una cuestión de tendencias, intereses, gustos, preferencias, puntos de vista o estados de ánimo –por naturaleza cambiantes–, ya que si el vaso está exactamente a la mitad, unos lo verán medio lleno y otros lo apreciarán medio vacío. Pero cabe indicar que el vaso todo el tiempo ha estado así, no del todo lleno ni del todo vacío, siempre a medias, precisamente para evitar los excesos y la pérdida del justo equilibrio necesario. O sea que el problema reside, no en el vaso, por fuerza, un mero recipiente; la dificultad está en las apreciaciones, evaluaciones y dictámenes; cuestión de subjetivismos y de ese afán confrontativo y de pertenecer a un bando en particular que pareciera ser inherente a los humanos. Para una mitad de la ciudadanía el vaso aparece medio lleno, para la otra mitad se aprecia medio vacío. Lo cual significa que el asunto en cuestión permanece en su estado normal, dentro de lo habitual y acostumbrado. Porque sería horrible, peor aún, que todos sin excepción estuviesen de acuerdo o encajasen en una u otra posición, solo lleno o solo vacío, el vaso.
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Acoso sexual. Me acusa de desnudarla con la mirada. Que la obligué a hacer estriptis para mí. Que primero le quité los zapatos con el ojo izquierdo, la blusa con el derecho, la falda con las dos cejas y las medias con las pestañas. Que mi retina le desabrochó el brasier y mi pupila empezó a no sé qué. A mí que me registren. Nunca la vi por más de dos segundos, y de reojo, con la visera de mi gorra hasta las cejas y los lentes de mis anteojos empañados de sudor. Para qué la querría así desnuda, yo, que sé la diferencia entre erotismo y otras cosas. La oscuridad tras mis ojos es zona prohibida, a donde no llega la ley.
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Hormigenio. Una sola hormiga, a una hormiga solitaria, tan distante y ajena, con su carga a cuestas (una miga de pan, un granito de azúcar), nunca se le lastima ni se la mata. Déjala seguir su camino, puede que sea la única o la última del mundo. El hormiguero es otra cosa.
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No deja de ser significativo, e inquietante, que en el planeta Tierra exista la mayor concentración humana de toda la Vía Láctea.