R E A L I D A R I O (DCLXIII)


LA CULTURA EN LA CALLE. Hace poco escuché expresar a un culto caballero que es necesario sacar la cultura a la calle. Así­, sin más. Por favor, ¿qué le pasa? Sacarla a la calle significarí­a un desahucio descarado e injustificado; exponerla con todo y sus tiliches, sus pocas y pobres pertenencias a la cruel intemperie urbana. Con lo peligroso que se ha tornado la calle a lo largo de los últimos veinte años; con delincuentes y criminales de variada calaña. En la vil calle, la inerme cultura estarí­a aventurada a la mendicidad, a ser explotada e incluso prostituida. Casi una desconocida, joven todaví­a, ingenua llena de esperanzas e ilusiones propias de su edad; acostumbrada no al lujo pero sí­ a recintos cerrados y más o menos seguros donde se le ha dado un trato aceptable. La calle, para la cultura está llena de sucias tentaciones y ruidosas seducciones, estereotipos y clisés de vaga vulgaridad; seres mediocres calificados de mí­ticos o legendarios í­dolos falsos e iconos impostores sacralizados por el mercado. Para la cultura, la calle es el rasero, la homogeneización, la democratización hipócrita, la aniquilación del gusto en el sentido griego del término. (Tampoco serí­a raro, una vez sacada a la calle, que la cultura empezará a sufrir hostilidades, burlas, difamaciones, falsas acusaciones de atroces crí­menes. Por su apariencia subversiva, aunque inofensiva alguien lanzarí­a la primera piedra, la cultura, la atarí­an de pies y manos, le pondrí­an una cruz a cuestas, la rociarí­an de gasolina, la atarí­an a un poste del alumbrado público… Al cabo, un débil viento vespertino dispersarí­a sus cenizas a lo largo de la calle.

René Leiva

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PARA ALGUIEN ES UN SECRETO. No pasa un solo dí­a sin que se asevere que para nadie -léase u oí­gase bien: para nadie. es un secreto esto, aquello o lo otro. La verdad es que innumerables cosas, hechos o situaciones tienen la calidad de secreto, o al menos de ignorado o no sabido, para la mayorí­a de la población, sea o no económicamente activa. ¿Cómo asegurar, en base a qué, con cuáles pruebas cientí­ficas irrebatibles, que determinado dato, información o noticia es conocida y sabida por todos sin excepción posible? La palabra nadie tiene pretensiones de absoluto, que excluye todo ser humano a por lo menos cien kilómetros a la redonda de quien la cita o pronuncia, excepto ella o el mismo, aunque esto último estarí­a por verificarse. Es de suma importancia tener el mayor de los cuidados dando, así­ a la ligera, por inercia mental, se dice que para nadie es un secreto tal tonterí­a. Yo mismo he leí­do muchas veces dicha frase trillada e inmediatamente cargo en la cuenta de que en lo personal ese asunto o antecedente sí­ es (o era) una especie de secreto o de dato ignorado e incluso un tanto misterioso para mí­. Y entonces me colma una rara sensación de triunfo, porque yo soy alguien, no necesariamente el único para quien esa cosa si era un secreto, un tipo cualquiera que desconocí­a ese algo tení­a por sabido a escala de la totalidad por la gracia de Dios. A veces resulta edificante ser y estar excluido de cualquier unanimidad automática.

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Por este medio, ejerzo mi derecho inalienable a negarle u obviar feliz año al probable lector, en el entendido de que nada me obliga, felizmente.