R E A L I D A R I O (DCLXII)


COPENHAGUE. Salvar o no salvar al planeta no es un dilema hamletiano para el capitalismo depredador y contaminador. La sociedad de consumo nunca ha sido vinculante con la vida. (Canta Nerón y pulsa la lira, harto de placeres y excesos, mientras incendia Roma).

René Leiva

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EL PETATE. Por este medio, el muerto hace un atento pedido y súplica a la ciudadaní­a en general, y a polí­ticos, funcionarios y empresarios en particular, para que por favor se abstengan de asustar con el petate en que feneciera un dí­a cualquiera, que ya no lo utilicen para meter miedo a incautos y desprevenidos. Evidentemente disgustado, el muerto asegura que escondió su petate en un rincón del armario, debidamente enrollado y envuelto en plástico, con la esperanza de que nadie osara tocarlo ni mucho menos asustar con él en ciertas circunstancias más bien coyunturales y por aberrante oportunismo. El muerto ignora cómo su petate fue profanado y cayó en manos impuras e impí­as que a todo, incluso a reliquias, le sacan provecho, cuando un acosa es él y otra muy diferente es el referido petate, el cual hasta cierto punto dejó de pertenecerle, por así­ decirlo, lo que nunca justifica emplearlo en calidad de insignia intimidante.

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NUNCA LES SACARON A SUS MADRES. Ahora resulta que un diputado «patriota» les sacó a sus madres a los alcaldes que irrumpieron en una sesión ultrasecreta de jefes de bloque, lo cual es una absurda patraña, ya que los señores alcaldes estaban solos, sin sus mamás, por lo que era imposible que se las sacaran, pues dichas señoras nunca acompañan a los jefes ediles en sus trabajos y menos aún cuando estos protestan y manifiestan algo. En general, las progenitoras de los alcaldes prefieren mantenerse alejadas de los asuntos municipales, recluidas en sus casas de habitación, al ciudadano de los oficios domésticos y de sus nietos, por lo que nunca alguien podrí­a sacarlas de las instalaciones del no tan honorable, lo cual serí­a una desconsideración y falta de sensibilidad humana hacia las viejitas. Ahora bien, ¿de dónde salió la noticia de que a los alcaldes alguien les sacó a sus madres, cuando las cámaras de los reporteros gráficos mostraban a los ojos del mundo a los corregidores solos, sin la compañí­a de sus mamás, como queda dicho más arriba? ¿Hubieran permito los alcaldes que sus madres fueran desalojadas? ¿Qué inconfesable propósito hay detrás de la información, falsa a todas luces, de que a los alcaldes les sacaron a sus madres?

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¿SANTA CLAUS O GALILEO? Al parecer, los académicos de la gloriosa Universidad Galileo ignoran o escamotean el hecho de que el personaje Santa Claus devino en otro producto utilitario del mercado, que vende, embutido en las tradiciones guatemaltecas, a pesar de su obesidad, como parte del embate transcultural ya irreversible, y de la embelequerí­a e identidad difusa del chapí­n clasemediero. Mucha risa, pero no de utilerí­a, le darí­a a Galilei eso de que Santa Claus es la «encarnación de la palabra amor» (al dinero). Que se sepa, nunca Galileo Galilei se disfrazó de Santa. ¿O sí­?