R E A L I D A R I O (DCLVI)


DIECISIETE (17) DIARIOS. Al parecer, según criterios oficiales, diecisiete (17) asesinatos diarios en el paí­s de la eterna es una cantidad estable, razonable e incluso duradera, que no debe ser susceptible de ningún cambio o alteración por parte de nadie. Es decir que ni dieciséis (16) ni dieciocho (18) asesinatos diarios deben cometerse, pues una u otra cantidad alternativa, por mí­nima que sea, atentarí­a contra el orden establecido y, peor aún, contra las buenas costumbres. Diecisiete (17) asesinatos diarios es un número no demasiado bajo ni excesivamente alto, aparte de que se ha fijado ya en la mente y en el ADN de la población económicamente activa, y que está en relación directa con los actuales í­ndices y estadí­sticas geográficas y demográficas. Además, las costumbres se vuelven leyes.

René Leiva

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COTA DE MALLA. Fuentes municipales que piden anonimato, aseguran que el legendario ílvaro el Soberbio y su corte de achichincles tiene como objetivo, para subsiguientes reinados en el Palacio del Mono, dotar a la gloriosa Policí­a Municipal de Tránsito con un alegórico uniforme similar o parecido al que usaban los soldados españoles, al mando de Pedro de Alvarado, que invadieron el territorio que hoy es Guatemala, o sea con ataví­os de guerra a la usanza del siglo XVI, con muchas piezas metálicas (yelmo, peto, cota de malla, quijote, escarcela, etc.) Pero tal traje distintivo no será impuesto de sopetón, ya que por el momento, el mí­tico ílvaro el Encomendero experimenta con el uniforme gendarmesco de los colonizadores ingleses y belgas en India y ífrica. Ah, qué ílvaro el Colérico éste. Todo un icono en la patria del criollo; todaví­a con delirios colonialistas.

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AIRES FRESCOS. Ante la especie que ha circulado en medios judiciales, en el sentido de que aires frescos y limpios se respiran en la «nueva» Ce Ese Jota, y curioso que uno puede y deber ser, hace pocos dí­as hice acto de presencia (sic) en el llamado palacio de justicia, con la nariz (mí­a) despejada de mucosidad, vellos y cualquier bicho indeseable, con el saludable ánimo de respirar a profundidad el mencionado aire depurado y purificado, pero, la verdad, para ser sincero, veraz, franco y libre de tapujos, me pareció percibir, allá lejos, un sutil pero inconfundible efluvio, el que tal vez puede deberse a restos orgánicos de pretéritos cuerpos colegiados. Puede ser. En fin, para aire puro no hay como el no tan honorable, a eso de las tres de la tarde, dentro del hemiciclo.

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ESTRELLAS, ASTROS, ICONOS: Mucha gente ignora que a los cuerpos celestes que brillan con luz propia se les denomina estrellas por cierta semejanza o relación que tienen con las actrices jolibudenses; y, también, que a los cuerpos celestes que están en el firmamento se les llama astros por su parecido con los personajes masculinos populares, como actores, deportistas y cantantes de rock. Asimismo, que a las imágenes religiosas pintadas al estilo bizantino, propias del arte cristiano ortodoxo, se les nombra iconos por lógica derivación del culto que en la era posmoderna se le rinde a casi cualquier mercancí­a de consumo masivo, sean cosas o personas, incluido el arco del triunfo. (Casos similares: carisma, mito, leyenda, í­dolo…)