ATITLíN Ayer, espejo del cielo Hoy, espejo del infierno. Espejo del hombre.
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ASOMBROS PERDIDOS. Hace poco más de veinte años, cuando perdí mi capacidad de asombro en materia de política criolla (lo que me llevó, entre otras cosas, a fundar el glorioso grupo Abstencionistas Anónimos), creía yo que nunca más podría llegar a experimentar una pérdida similar. Cuán equivocado estaba. A lo largo de los últimos cuatro o cinco años he perdido, he sido despojado y vaciado por completo, de forma total y absoluta, de otra capacidad de asombro, pero esta vez en lo que a aberraciones de la delincuencia común se refiere, pues los criminales de hoy han superado a los antiguos escuadrones de la muerte y a los sicarios de la contrainsurgencia, en cuanto a crueldad, sevicia, sadismo contra gente inocente; en lo que atañe a cobardía, vileza, canallada, sordidez. Aquellos eran verdugos de escuela; estos son peleles de la droga, la estupidez y la ignorancia. Antes era terrorismo de Estado; ahora es terrorismo social. Lo político/ideológico dio paso a la barbarie prehistórica. Bienaventurado el dinosaurio ilustrado.
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EN EL OJO DEL HURACíN. Enorme confusión provoca entre los consumidores de información fresca, de última hora, cuando se dice que determinado personaje o institución está en el ojo del huracán, ya que el huracán, en la mayoría de los casos, sólo tiene un ojo precisamente, a lo cíclope, y en dicho lugar exclusivo no puede permanecer más de una persona o institución a la vez, mientras el referido meteoro tiene vida como tal, pues si ayer se decía que fulano estaba en el ojo del huracán, es imposible que hoy sea mengano quien supuestamente ocupa dicho espacio, con todo lo que cuesta instalarse allí, por unos pocos días con sus noches. Además, ¿de qué huracán estamos hablando? Se tiene la mala costumbre de expresarse en términos de «del huracán», sin dar el nombre exacto y preciso que tiene, lo cual denota ligereza e ignorancia imperdonables. Cuando se asegure que zutano está en el ojo del huracán, debe proporcionarse el nombre de dicho fenómeno físico atmosférico, localización (Atlántico o Pacífico), velocidad del viento, etcétera. En resumen, el ojo de cada huracán debidamente identificado es único e irrepetible, y sólo puede ocuparse por una vez nada más, sea persona o entidad. A menos que se trate del ojo de un huracán pirata o falsificado, lo cual resta todo mérito.
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SIN BOMBOS NI PLATILLOS. En opinión de diversos sectores consultados, convendría abolir de una vez por todas el uso de bombos y platillos cuando se anuncia algún tipo de obra o de proyecto por parte del gobierno de turno, toda vez que tocar dichos instrumentos musicales de percusión, al parecer, trae mala suerte o resulta un mal presagio. En otro tipo de actos, tocante a lo musical, los bombos y platillos cumplen una función necesaria, noble y artística, pero para publicar o publicitar el inicio o apertura de un propósito gubernamental, está visto que los bombos y platillos tienen efectos abortivos.
Y tampoco es aconsejable el empleo de trompetas ni de claros clarines. Prudencia y templanza serían los mejores heraldos cuando se coloca una primera piedra. O bien, en lugar de bombos y platillos, una marimbita cuache.