R E A L I D A R I O (DCLV)


René Leiva

ATITLíN Ayer, espejo del cielo Hoy, espejo del infierno. Espejo del hombre.

*****

ASOMBROS PERDIDOS. Hace poco más de veinte años, cuando perdí­ mi capacidad de asombro en materia de polí­tica criolla (lo que me llevó, entre otras cosas, a fundar el glorioso grupo Abstencionistas Anónimos), creí­a yo que nunca más podrí­a llegar a experimentar una pérdida similar. Cuán equivocado estaba. A lo largo de los últimos cuatro o cinco años he perdido, he sido despojado y vaciado por completo, de forma total y absoluta, de otra capacidad de asombro, pero esta vez en lo que a aberraciones de la delincuencia común se refiere, pues los criminales de hoy han superado a los antiguos escuadrones de la muerte y a los sicarios de la contrainsurgencia, en cuanto a crueldad, sevicia, sadismo contra gente inocente; en lo que atañe a cobardí­a, vileza, canallada, sordidez. Aquellos eran verdugos de escuela; estos son peleles de la droga, la estupidez y la ignorancia. Antes era terrorismo de Estado; ahora es terrorismo social. Lo polí­tico/ideológico dio paso a la barbarie prehistórica. Bienaventurado el dinosaurio ilustrado.

*****

EN EL OJO DEL HURACíN. Enorme confusión provoca entre los consumidores de información fresca, de última hora, cuando se dice que determinado personaje o institución está en el ojo del huracán, ya que el huracán, en la mayorí­a de los casos, sólo tiene un ojo precisamente, a lo cí­clope, y en dicho lugar exclusivo no puede permanecer más de una persona o institución a la vez, mientras el referido meteoro tiene vida como tal, pues si ayer se decí­a que fulano estaba en el ojo del huracán, es imposible que hoy sea mengano quien supuestamente ocupa dicho espacio, con todo lo que cuesta instalarse allí­, por unos pocos dí­as con sus noches. Además, ¿de qué huracán estamos hablando? Se tiene la mala costumbre de expresarse en términos de «del huracán», sin dar el nombre exacto y preciso que tiene, lo cual denota ligereza e ignorancia imperdonables. Cuando se asegure que zutano está en el ojo del huracán, debe proporcionarse el nombre de dicho fenómeno fí­sico atmosférico, localización (Atlántico o Pací­fico), velocidad del viento, etcétera. En resumen, el ojo de cada huracán debidamente identificado es único e irrepetible, y sólo puede ocuparse por una vez nada más, sea persona o entidad. A menos que se trate del ojo de un huracán pirata o falsificado, lo cual resta todo mérito.

*****

SIN BOMBOS NI PLATILLOS. En opinión de diversos sectores consultados, convendrí­a abolir de una vez por todas el uso de bombos y platillos cuando se anuncia algún tipo de obra o de proyecto por parte del gobierno de turno, toda vez que tocar dichos instrumentos musicales de percusión, al parecer, trae mala suerte o resulta un mal presagio. En otro tipo de actos, tocante a lo musical, los bombos y platillos cumplen una función necesaria, noble y artí­stica, pero para publicar o publicitar el inicio o apertura de un propósito gubernamental, está visto que los bombos y platillos tienen efectos abortivos.

Y tampoco es aconsejable el empleo de trompetas ni de claros clarines. Prudencia y templanza serí­an los mejores heraldos cuando se coloca una primera piedra. O bien, en lugar de bombos y platillos, una marimbita cuache.