Quizás no estoy arando en el mar (V)


Para quienes no hayan leí­do los artí­culos anteriores de esta serie, les informo que el titular obedece al que le puso el Lic. Oscar Marroquí­n Godoy a un editorial suyo en el que comentó la iniciativa de ley que presenté al Congreso de la República hace más de un mes, para sustituir la Ley de Minerí­a vigente, por otra que no sea perjudicial a Guatemala. Oscar no opinó desfavorablemente, pero consideró iluso mi propósito, por lo que a su escrito lo encabezó con la frase: «Poncho Bauer sigue arando en el mar.» Pero como algunos diputados se han interesado y están estudiando mi propuesta, al agradecerle a Oscar la atención que le dispensó a mí­ iniciativa, me hizo recordar las buenas relaciones de amistad que he mantenido desde hace muchos años con él, con su padre, Oscar Clemente y, durante algún tiempo poco cordiales con su abuelo, el Lic. Clemente Marroquí­n Rojas, pero que desde finales de los años sesenta del siglo pasado se hicieron fraternales por su condición de hombre de bien y de luchador en la defensa de los intereses de la Patria.

Alfonso Bauer

Por ello, en 1969, al tener yo conocimiento de la lesiva concesión que desde el gobierno de Castillo Armas, se habí­a dado a la Empresa Transnacional EXMIBAL y dispuesto a denunciarla públicamente, a pesar de nuestra falta de amistad con el Director de La Hora, en vista de que era la única posibilidad de lograr un medio de expresión pública, para hacer la denuncia, no vacilé en llamarle por teléfono y le dije que solicitaba visitarlo para poner en su conocimiento algo muy importante. Inmediatamente me recibió, le di la documentación que yo poseí­a y, a los pocos dí­as, me llamó, y no sólo puso a las órdenes mí­as La Hora, sino que llamó a su hijo, mi amigo Oscar, el Seco, quien era director del diario IMPACTO, y le encargó abriera las páginas del cotidiano, para librar la campaña periodí­stica en contra de los inminentes peligros y perjuicios que sufrirí­a el paí­s de ponerse en ejecución los planes de explotación de la EXMIBAL.

Y, al haber dado a conocer, LA HORA e IMPACTO, la referida concesión, hubo una respuesta inmediata de universitarios de la Usac (estudiantes, profesores, autoridades e investigadores), de apoyo a la lucha por impedir la continuación de las operaciones de explotación de ní­quel, que amenazaban gravemente la conservación de la calidad del medio ambiente en el departamento de Izabal, particularmente de la cuenca del Lago.

Se formó un cuarteto de universitarios para coordinar las actividades defensivas de los intereses nacionales, integrado por los abogados Julio Camey Herrera (representante del Colegio de Abogados), Adolfo Mijangos (diputado del Congreso de la República), quien esto escribe, Alfonso Bauer Paiz; y el economista, Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Usac, Lic. Rafael Piedrasanta Arandi.

Ante la solidaridad de sectores universitarios y de organizaciones sindicales tanto urbanas como rurales y de miles de guatemaltecos opositores a la concesión a EXMIBAL, esta transnacional no vaciló en eliminarnos, poniéndose de acuerdo con el gobierno del chacal Carlos Arana Osorio, para asesinar, primero, al Lic. Julio Camey Herrera, en seguida a mí­, pero milagrosamente no estoy muerto, habiendo conservado la vida por la buena atención de los servicios médicos del IGSS, y luego al Dr. Fito Mijangos. El Lic. Piedrasanta, logró, oportunamente, pasar a la clandestinidad y evitar un atentado a su vida.

He relatado lo anterior, porque el mismo peligro corrieron los periodistas Clemente Marroquí­n Rojas y su hijo Oscar, quienes pusieron La Hora e Impacto al servicio del mantenimiento de la dignidad y soberaní­a nacionales, de la preservación de valiosos recursos naturales no renovables y del ecosistema de Guatemala.

Y, por ello, sobre todo don Clemente de carácter severo e irascible, era tan humano que dominaba sus pasiones y tendí­a su mano reconciliadora al enojoso adversario si del bien de la patria, se trataba, como lo hizo conmigo en el caso de EXMIBAL.

Por eso termino esta serie de artí­culos con la respetuosa e imperecedera frase gala: «Â¡A todo Señor!, periodista Clemente Marroquí­n Rojas, y su hijo Oscar y nieto Oscar Clemente, ¡todo honor!».

Y a mi excelente ex alumno de la Facultad de Ciencias Jurí­dicas y Sociales de la Usac y ejemplo de destacado editorialista y director del Diario La Hora, le digo: «Quizás no estoy arando en el mar», porque no hay peor esfuerzo que el que no se hace, como el de ustedes: nunca ocuparse en un MOSTRADOR, por mucho dinero que facilite atesorar en las arcas, sino en una TRIBUNA, en la cual han erigido a La Hora, paradigma de buen periodismo, por lo que de don Clemente, de su hijo y nieto, colaboradores suyos en LA HORA, se puede decir lo que aludiendo a dignidad, sentenció el egregio ciudadano de Nuestra América, José Martí­: «Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que llevan en sí­ el decoro de muchos hombres.»