Con la memoria fresca por los desastres del «Erika» y el «Prestige», los eurodiputados analizaban el martes en Bruselas un nuevo paquete de leyes sobre seguridad marítima que busca eliminar de las aguas europeas los barcos cargueros peligrosos por el riesgo de contaminación y accidente.
Cerca de 600 enmiendas del paquete denominado «Erika III» eran sometidas el martes al voto de la miembros de la Comisión de Transporte del Europarlamento, en una maratónica sesión de análisis de cuestiones técnicas pero también políticas.
Pese a las catástrofes ecológicas de los últimos años, en particular el naufragio de los pretroleros «Erika» frente a las costas francesas en 1999 y «Prestige» frente a Galicia (noroeste de España) en 2002, muchos miembros de la Unión Europea aún se niegan a reforzar las medidas en un campo tradicionalmente sometido a pocas obligaciones.
«Es cierto que algunos Estado miembros no se muestran muy entusiasmados», constató el comisario europeo de Transporte, Jacques Barrot, en una entrevista a la AFP. «Pero no vamos a esperar una tercera catástrofe marítima para tomar medidas», agregó.
Para lograr la aprobación del nuevo paquete, Barrot espera un voto muy favorable del Parlamento Europeo, un modo de comenzar a vencer las reticencias de ciertos gobiernos de aquí a fin de año.
Los dos anteriores paquetes de medidas adoptados en un lapso de tres años, «Erika I» y «Erika II», reforzaron el control de los navíos. Entre las iniciativas adoptadas se prohibió la navegación de petroleros de casco simple a partir de 2003 y se creó una agencia de seguridad marítima.
La serie de siete leyes en discusión el martes va más lejos y pretender forzar los 27 miembros de la UE a garantizar el respeto de las reglas internacionales para los navíos inscritos en sus registros nacionales.
La Comisión Europea, a cargo de la iniciativa, retomó las recomendaciones de seguridad de la Organización Marítima Internacional, intentado además hacerlas «obligatorias» y más completas, con la introducción de sanciones para quienes no cumplan con ellas.
«Los Estados miembros que tienen barcos mediocres bajo su pabellón deben poner orden», advirtió Barrot.
En ese sentido, la eurodiputada socialista Marta Vincenzi, autora de uno de los informes parlamentarios, denuncia la «falta de respeto de los instrumentos internacionales por parte de ciertos Estados miembros», la «falta de seriedad de las inscripciones en los registros» y «el empleo de tripulaciones menos calificadas y menos costosas».
«En la época de la globalización de los transportes, parece fuera de lugar preservar el carácter nacional del transporte marítimo», señala Vincenzi, para quien «Europa aún no tiene una verdadera política marítima».
Gran Bretaña y Alemania forman parte de los países hostiles al principio de una reglamentación europea en el área de los pabellones.
Pero son sobre todo países como Malta, Chipre o Grecia los principales acusados a raíz de sus gigantescas flotas de pabellón ficticio y que a menudo escapan a todo control.
«Estados como Chipre, Malta y Grecia hicieron del transporte marítimo una prioridad de sus economías y son los menos predispuestos a aceptar cambios», lamentó Barrot.
Otros puntos fundamentales del paquete «Erika III» tampoco logran unanimidad, como el establecimiento de una lista de puertos que pueda recibir navíos con problemas, con el recuerdo de la decisión de las autoridades españolas que en noviembre de 2002 enviaron a alta mar al «Prestige», lo que no hizo más que agravar el desastre ecológico en las costas gallegas.
La Comisión también quiere inspeccionar el 100% de los barcos que hagan escala en los puertos de la UE, contra el 25% actual, y propone la creación de una lista negra de compañías marítimas.
La delicada operación de asistencia a un carguero en dificultades en las costas de Galicia (noroeste) concluyó y la nave esperaba obtener los certificados necesarios para retomar su rumbo, indicaron fuentes socorristas españolas.
«El enfriamiento de la carga que emanaba gases tóxicos ha terminado», según los socorristas marítimos.
Durante varios días, el carguero holandés Ostedijk emitió gases tóxicos mediante una densa columna de humo blanco, provocados por la fermentación de una parte de su carga de fertilizantes químicos.
El barco espera ahora lograr los certificados de navegación necesarios para volver a partir, después que se detuviera el 17 de febrero en las costas gallegas mientras se dirigía hacia Valencia (este de España).
Los expertos deben inspeccionar ahora el barco también para evaluar el estado de la carga y determinar si el carguero, que soportó altas temperaturas, está en condiciones de navegar.