¿Quién tiene la culpa?


Sus rostros casi infantiles me provocaron pena, parecí­an dos niños tristes con la mirada perdida. Claro que estaban tristes, arrepentidos, ¿no sé?; asustados, seguramente. Declararse culpables no les servirá de nada, es más, ya están viendo qué otros delitos les acomodan, no hay quien dude de que hayan transgredido las leyes antes, aunque bueno, quién en Guate no infringe, transgrede y viola los preceptos, los reglamentos, las disposiciones.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es

No los defiendo, lo que hicieron es abominable, despreciable, inhumano, pero tampoco comparto la condena popular que dicta «pena de muerte», ¿cómo podemos sentenciar a dos personas a morir sin responsabilizar a los demás culpables? Porque los hay. Los padres, los maestros, el Estado, la sociedad.

Aunque también me pregunto, ¿qué queda?, las cárceles en Guatemala no son precisamente centros de rehabilitación, son lugares a donde quienes llegan con un perito o una licenciatura en crimen, obtienen el doctorado.

¿Cómo se puede hablar de pena de muerte a estos jóvenes si aún no logramos encarcelar a genocidas, asesinos, a ladrones, a corruptos que todos conocemos, pero que el poder ampara?

El castigo debe darse, pero quizá sea el momento de buscar maneras apropiadas, de pensar cuánta responsabilidad tenemos como sociedad indiferente a los problemas sociales que aquejan al paí­s. Puede ser el momento para que quienes pretenden tomar las riendas de este paí­s desbocado demuestren su inteligencia (talvez sea pedir mucho), su buena voluntad (también verdad) o que, por lo menos, propongan formas humanas y coherentes para evitar que sucedan cosas como ésta y para reordenar al sistema de justicia en el paí­s.