¡Quién fuera concesionario!



El común de los guatemaltecos ha visto cómo cada año se ajusta la tarifa del peaje en la autopista Palí­n ? Escuintla en razón, dice el Gobierno y sus diligentes funcionarios, del contrato que establece que se debe tomar en cuenta el í­ndice de inflación y otros factores para que se le permita a los señores concesionarios de la ruta engordar su billetera. Los guatemaltecos comunes y corrientes, en cambio, no tienen el mismo trato porque ni siquiera en sus salarios se produce la famosa indexación para ajustarlos a la pérdida de poder adquisitivo que produce la inflación.

No deja de dar envidia que una empresa extranjera haya asegurado la elemental compensación para impedir que mermara su ingreso real; pero contrasta esa consecuente actitud del Estado con la que prevalece en el paí­s respecto a los ciudadanos que no ven forma alguna de disminuir esa constante pérdida de poder adquisitivo que se traduce en reducción del nivel de vida. Cierto es que tenemos una clase media que se muestra vigorosa por su capacidad de compra y de esa cuenta vemos que florecen muchos negocios en los que el consumidor puede encontrar todo tipo de productos de alta y costosa calidad. Pero existe un alto porcentaje de habitantes en el paí­s que no tienen la suerte de contarse entre ellos y cabalmente esas personas son las que tendrí­an que tener garantí­a de, por lo menos, un trato similar al que recibe la empresa Marnhos.

Creemos que un buen precedente para el paí­s debiera ser que en polí­tica salarial se siguiera la maravillosa receta impuesta en el contrato de concesión de la autopista entre Palí­n y Escuintla y que nombraran ministro de trabajo al señor viceministro de transportes que no dejó pasar ni un minuto sin cubrir las ingentes necesidades de la empresa favorecida con el contrato de mantenimiento y cuidado de la importante ruta.

Porque si el Ministro de Trabajo fuera tan diligente y tan cuidadoso para comprender que si la inflación golpea hay que indexar los ingresos so pena de que las empresas quiebren o los ciudadanos se mueran de hambre, seguramente que otro gallo estarí­a cantando. Y resulta incomprensible en verdad ver que tenemos un Estado con tanta diligencia y solicitud para atender las necesidades de los empresarios pero que es tan lento para actuar y reaccionar cuando lo que hace falta es tomar en cuenta las necesidades de la población. Y decimos Estado porque no es problema sólo de que el actual sea un gobierno de empresarios, sino de la constante que hemos visto a lo largo de los años, cuando cualquier necesidad del pueblo queda en segundo plano porque para ello no hay tiempo, ni interés, ni dedicación, al menos no con esa diligencia mostrada por las autoridades de Comunicaciones cuando se trata de compensar el efecto de la inflación en un contratista o concesionario.