«Queremos ser escritores pero nos convertimos en profetas», afirma el laureado escritor mexicano Carlos Fuentes sobre su más reciente obra «La voluntad y la fortuna», cuyo personaje es un decapitado, el número mil del año, que en casi nada se diferencia de la realidad de su país y desafía al más imaginativo de los novelistas.
«Escribí la novela antes de que se registraran varios casos de decapitados en el estado de Guerrero (sur) en 2006, precisamente donde aparece el degollado, uno de los personajes centrales del libro. Sin duda, en México queremos ser escritores y nos convertimos en profetas. La realidad supera la ficción», dice Fuentes en una entrevista en su amplia casa en el sur de la Ciudad de México.
«La voluntad y la fortuna», publicada hace pocos días, utiliza el mito de Abel y Caín para retratar la violencia en México, donde día a día se acrecienta una guerra entre los cárteles de la droga, que compiten por la ferocidad de sus métodos, incluidas decapitaciones o cuerpos sumergidos en ácido.
Apasionado por la actualidad política y social de México, el laureado escritor considera que la «única forma de frenar la violencia de los cárteles en México es con la legalización de las drogas».
«Si seis o siete países se pusieran de acuerdo en legalizar el consumo de drogas terminaríamos con los narcotraficantes», aseguró Fuentes, quien está a punto de cumplir 80 años, según dicen sus documentos, pero que desmienten su aspecto y lucidez.
El Premio Cervantes (1987) abundó que «con la legalización del alcohol en Estados Unidos no dejó de haber ebrios, pero sí se acabaron los «Al Capones», y de la misma forma con la legalización de las drogas no se resolverá el problema de los adictos, pero al menos se terminarían los narcotraficantes».
Entusiasmado por el triunfo de Barack Obama en las elecciones Estados Unidos, el autor del ensayo «Contra Bush» considera que se abrirá una nueva etapa en las relaciones entre México y Washington y resaltó como punto importante la afinidad generacional entre el mandatario electo norteamericano (47 años) y Felipe Calderón (46).
«Es una gran noticia la elección de Obama y creo que con Calderón, los dos jóvenes y de la misma edad, podrá entenderse y llegar a acuerdos de gran beneficio, como el migratorio», señaló el autor de «Todas familias felices» y de clásicos como «La muerte de Artemio Cruz».
Además de prepararse para una serie de homenajes por su 80 cumpleaños, Fuentes también celebra este año el 50 aniversario de la publicación de «La región más transparente», su primera de 18 novelas y la que lo llevó a encumbrarse como uno de los escritores más reconocidos de América Latina.
Al analizar la realidad de la literatura latinoamericana, sostuvo que «sigue dando escritores de gran nivel; en estos momentos hay 50 ó 60 que destacan por su creatividad» en una región que ha dado a figuras de talla mundial como Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Pablo Neruda, Mario Benedetti, entre otros.
«La imaginación latinoamericana está muy viva. La imaginación es parte de la realidad», enfatizó al considerar que la historia y actualidad regional son parte de la fuente de creación de los escritores latinoamericanos pero no los únicos.
También influye «el dinamismo de la lengua española, que se nutre de gran cantidad de neologismos» otorgándoles variados recursos a los escritores, a diferencia del francés, dijo, que «es una lengua demasiado formal».
A sus 80 años, el prolífico escritor mantiene la rutina de levantarse muy temprano y trabajar sin pausa. «No hay misterios, hay que trabajar mucho; muchos escritores pretenden la mesa perfecta, la luz perfecta y se quedan en el café esperando», señaló el escritor, quien también publicó decenas de ensayos y guiones de teatro, mientras en estos días estrenará la ópera «Santa Anna», con libreto de su autoría.
Así, su disciplina le permite afrontar varios proyectos a la vez, como la preparación de un libro de cuentos y la revisión de escritos, mientras su próxima novela será «Aquiles, el guerrillero y el asesino», sobre Carlos Pizarro, líder insurgente colombiano asesinado en 1990 cuando era candidato presidencial por la Alianza Democrática M-19.
«La vida es la vida. Tiene altas y bajas, tiene triunfos y derrotas», dijo al hacer un breve balance de estos 80 años cargados de creatividad y reconocimientos y también de sinsabores personales.