Quejas por guerra sucia


El oficialismo y la oposición bolivianos ingresaron hoy en una virtual guerra sucia en la que la religión, la homosexualidad y el aborto figuran entre los temas principales de la campaña, a sólo dos semanas de un referendo que debe definir una nueva Constitución.


Los ataques verbales motivaron a la Iglesia católica a exhortar «a los lí­deres sociales y polí­ticos a no ahondar en divisiones, ni generar pugnas o enfrentamientos entre bolivianos, a través de mensajes y campañas que recurren a la guerra sucia y dañan la dignidad de la persona humana».

La beligerancia en ambos bandos es tan evidente que la Corte Nacional Electoral sancionó a agrupaciones y canales de televisión por difundir mensajes ofensivos, mientras la población se polariza a pocos dí­as del referendo del 25 de enero.

De los ataques no está exento ni el presidente Evo Morales, que en una concentración de adherentes criticó a sus opositores y afirmó que «como fieles obedientes al gobierno estadounidense, todos dicen No a la nueva Constitución».

El rechazo de los prefectos de Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija y Beni a la nueva Carta Magna es «por instrucciones de la derecha internacional y del gobierno de (George W.) Bush», según el mandatario. Otros cinco prefectos son fieles a Morales.

Los prefectos opositores no cejan en tanto de acusar a Morales de «dictador» y de relacionar a su gobierno con el comunismo o de vincularlo con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, o que busca perpetuarse en el poder.

Sin embargo, el climax del enfrentamiento se registró con acusaciones de activistas religiosos protestantes y católicos que señalan que la nueva Constitución prohí­be la práctica religiosa, promueve el aborto y el matrimonio entre homosexuales.

«Si se aprueba el proyecto de Constitución, el Estado educará a sus hijos (..), elija a Dios, vote No», sostiene un spot de televisión que fue vetado por el tribunal electoral, pero que continúa siendo difundido por un canal de televisión de lí­nea opositora a Morales.

Otro producto audiovisual divide la pantalla con los rostros de Morales y de Jesucristo con un texto que recomienda: «no seas cómplice del pecado, vota No».

En un spot, también cuestionado por el tribunal electoral, aparecen dos muchachos besándose y una voz en off afirma que «si se aprueba la Constitución se permitirá el matrimonio de hombres con hombres y mujeres con mujeres».

Ni el matrimonio entre homosexuales ni el aborto están contemplados en la nueva Carta Magna que será votada el 25 de enero.

La intolerancia es, en tanto, el signo distintivo del oficialismo: los «ponchos rojos», un grupo indí­gena de choque del gobierno, prohibieron que grupos opositores ingresen a poblaciones del Altiplano, su feudo.

Grupos de oficialistas echaron hace poco a empujones a un indí­gena activista por el No, mientras ex polí­ticos que fungen como analistas recorren los canales desacreditando el proyecto de nueva Carta Magna y promoviendo su rechazo.

La Iglesia católica, una de las instituciones más respetadas del paí­s, intenta poner paños frí­os a la situación, a pesar de que un obispo participó activamente la semana pasada en una jornada que promovió el No, junto a los cuatro prefectos rebeldes.

«A todos los católicos y pueblo creyente hacemos un llamado a mantener la unidad y practicar la tolerancia entre hermanos», proclamó un comunicado de los obispos.