Quedar varado en Tokio por culpa del volcán


El aeropuerto de Narita Apt, en Tokio, Japón, ha permanecido ocupado por los viajeros que intentan regresar a Europa. FOTO LA HORA: AFP Yoshikazu TSUNO

Quedarse varado en Tokio por culpa de un volcán en Islandia es una prueba de supervivencia en una de las ciudades más caras del mundo.


«Venimos al aeropuerto todos los dí­as desde que nuestro vuelo fue anulado el viernes», sollozaba Lucille, una joven turista francesa postrada en un asiento junto a su hermana Anais, en el aeropuerto de Narita.

Como ellas, miles de viajeros están varados desde el viernes en el archipiélago, debido a la nube de cenizas volcánicas que provocó el cierre de los espacios aéreos en Europa.

Al menos 35 vuelos internacionales fueron anulados hoy en Japón, de los cuales 26 en Narita, el gran aeropuerto internacional de Tokio.

Considerada en 2009 como la ciudad más cara del mundo por el instituto de investigaciones de la revista The Economist, la capital japonesa dio cuenta rápidamente de los ahorros de las dos hermanas, tanto más cuanto Lucille tuvo que afrontar gastos por atención médica.

«Ya no tenemos dinero y yo no tengo medicamentos», explicó.

Sus padres pagan la cuenta del hotel desde Francia, pero las dos hermanas fueron advertidas por su compañí­a, Air France, que deberí­an esperar cinco dí­as más antes de partir hacia Birmingham (Gran-Bretaña) donde estudian.

Mientras los paí­ses europeos van abriendo poco a poco su espacio aéreo, los turistas bloqueados en Japón comienzan a preocuparse cuando se acerca la «golden week», la semana de vacaciones de primavera que comienza el 29 de abril.

En uno de los pocos feriados que tienen los japoneses, quienes prácticamente toman por asalto los aeropuertos, lo que ha generado el temor de que se agrave el caos, con más esperas para los extranjeros.

En caso extremo, el viajero que está muy apurado puede comprar un billete de ida en una de las pocas compañí­as que aún disponen de plazas. Pero en tal caso, hay que pagar el precio.

La italiana Alitalia, que despachó varios aviones el martes, ofrecí­a vuelos Tokio-Roma a 3.500 euros.

Simon Wood, portavoz de la embajada británica, recordó que «las compañí­as europeas tienen la obligación de reembolsar a los pasajeros o bien proponerles un pasaje de reemplazo, además de darles un mí­nimo de apoyo».

Sin embargo, la ayuda era muy variable en Narita. Algunas compañí­as pagaban el hotel a sus clientes más fieles, mientras que la mayorí­a no ofrecí­a ningún servicio o, peor aún, ni siquiera respondí­an el teléfono.

Como otras embajadas, la británica ayuda a sus súbditos «en materia de seguros, facilitando la transferencia de dinero y el acceso a la atención médica», enumeró el portavoz.

Por su parte, la embajada de Francia puso a disposición de sus ciudadanos lí­neas telefónicas e internet, y acepta prestar dinero a turistas arruinados por causa de «vacaciones» más prolongadas que lo previsto.

Frente a las todopoderosas fuerzas de la naturaleza, algunos se tomaban las cosas con filosofí­a.

«Espero volver a Londres hoy, pero si no es posible, amén», comentaba Rolf Jilesen, piloto de helicóptero holandés que pasaba el tiempo tocando su guitarra delante de un letrero que anuncia las salidas de los aviones, con la inscripción «vuelo anulado».

«Las compañí­as europeas tienen la obligación de reembolsar a los pasajeros o bien proponerles un pasaje de reemplazo, además de darles un mí­nimo de apoyo.»

Simon Wood

Portavoz de la Embajada británica en Tokio