«QUE RENUNCIEN»


Y de repente se encuentra uno pensando en cosas que uno mismo se admira de pensarlas. Es cuando parece no encontrarse una salida justa, lógica y sensata para el problema que agobia y que parece estrangular a Guatemala.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

¿Será posible que yo, que siempre he sido antimilitarista, me descubra pensando que un golpe de Estado es una solución? ¡¡No puede ser!! Y entonces me avergí¼enzo de que se me ocurran semejantes irracionales ideas.

La Niña Guatemala que sufrió con estoicismo tantas décadas de ingratas dictaduras militares, le urge una salvadora solución que sea más humana. Es obligación ineludible de sus hijos extenderle una mano que la rescate de esa maloliente corrupción.

Y mi Niña Guatemala sufre, se queja y pide ayuda. Y es a usted, y a mí­, a quienes acude y es entonces que tristemente se encuentra con una vergonzosa indiferencia de sus hijos a quienes la falta de atributos y el miedo, les cohí­be.

¿Será posible que ahora, cuando ocurre un linchamiento consecuente a la indignación de los desesperados que se sienten desprotegidos por un gobierno malintencionadamente corrupto, que se encuentre uno racionalizando ilógicamente para tratar de justificar esa salvajada? «Â¿Cómo es posible, Carlos», me dice la Lila mi mujer, «que a uno se le ocurran esas cosas?

El linchamiento… ¿pudiera acaso estar justificado? ¡¡Nó?.Nó?., lí­brenos Dios de esa salvajada!!

Es entonces que nuevamente se siente uno abochornado de que esas bestialidades ocurran en Guatemala y que, a veces, instintivamente, uno sienta que pudiera encontrarle cierta justificación. ¡¡Por favor Nó!!

Bueno, y si Guatemala ansí­a volver a la justa legalidad de un gobierno que la proteja, y, si entonces se vuelve hacia la máxima autoridad de un Congreso Legislativo, se topa uno con la corrupción hecha carne. Se encuentra con el desastre de que, quienes deben elaborar las leyes para proteger al pueblo elaboran leyes chuecas para, antes que nada, protegerse a si mismos del castigo que merecen sus fechorí­as y así­ aprueban un derecho a antejuicio para poder delinquir y que nadie tenga derecho a tocarlos.

¿Será posible, Dios mí­o, que nuevamente surja en la mente del decepcionado guatemalteco la idea del golpe de Estado y del linchamiento? ¡!Por favor Dios mí­o,,,,, por favor Nó!!

Renuncien todos ustedes señores diputados. Renuncien los buenos, los malos y los peores. Y ¿quiénes deberí­an ser los primeros? Uno piensa que no puede pretender que van a ser los peores los primeros en irse. Eso es Utopí­a.

Es por eso, que esta petición de renuncia va dirigida a los buenos, para que se retiren de ese antro y que así­ se queden solo los malos y los peores.

Talvez entonces sea menos dificultoso lograr echarlos. Es ésta una solicitud que corre muchos riesgos, que, es utópica, lo admito, pero??pero?..usted, estimadí­simo lector ¿qué sugiere?