¿Qué puede hacer usted para mejorar el tránsito vehicular


Parafraseando al desaparecido presidente norteamericano John F. Kennedy le pregunto al lector: ¿qué puede hacer usted para mejorar el tránsito de vehí­culos? Sí­ es cierto que nuestras autoridades muy poco hacen por lograr un tránsito fluido, seguro, sin tantos inconvenientes y sobre todo, porque la moderna tecnologí­a empleada en paí­ses, incluso menos desarrollados que el nuestro no aparece, empezando porque en distintos puntos de la ciudad capital no han instalado semáforos debidamente sincronizados o al menos no todos funcionan en perfectas condiciones, lo que provoca gran cantidad de tiempo y dinero perdido.

Francisco Cáceres Barrios

No cabe duda que somos excelentes para ver la paja en el ojo ajeno a pesar que cargamos una viga en el propio. Abundan ejemplos para demostrar que esta afirmación es cierta y basta con preguntar: ¿cuántos vehí­culos circulan actualmente con luces en malas condiciones o con ausencia total, tanto delantera como trasera?; ¿cuántos pilotos utilizan las luces altas, encandilando por detrás y por delante a los demás? y ¿Cuántos conductores olvidan utilizar la palanca de las luces direccionales, cruzando o cambiándose de carril intempestivamente? í‰stas, entre miles de normas más son olvidadas «a tanates los montones», como decí­a mi abuelita. Poco importan los perjuicios que causamos a nuestro congéneres fuera por desidia, impericia o incapacidad para conducir debidamente un vehí­culo automotor y cuando ocurre un accidente, rápido, sin ningún miramiento, le echamos la culpa al otro o a las autoridades. Jamás asumimos nuestra responsabilidad y cumplimiento de la ley.

Es cierto, de un tiempo a esta parte no hay quien no tenga su pichirilo y, aduciendo que es pobre, lo saca a la calle para ir y venir para cumplir con sus obligaciones a falta de un transporte colectivo cómodo, rápido, seguro y confiable. De esa cuenta, deambulan por todas partes vehí­culos en malas condiciones y miles de conductores que ni por asomo conocen el derecho de ví­a de las rutas por donde transitan, no digamos las señales (si es que existen) e irrespetan las leyes de tránsito que nos rigen, entrampándolo más de lo necesario en aquellas rutas que fueron construidas para carreteras y no para los de mayor desplazamiento.

Es tiempo entonces de llamarnos a la reflexión, al sentido de responsabilidad y al cumplimiento de las obligaciones ciudadanas a todos los que conducimos un vehí­culo automotor, sin discriminaciones de ninguna especie, ni porque seamos pobres o ricos, con vehí­culos grandes, medianos o pequeños, modernos o antiguos. Hablamos de no perjudicar más, dañar o ultimar a seres humanos. Está bien, no desistir de nuestra exigencia para que las autoridades cumplan con sus deberes y responsabilidades, pero ¡por favor!, también cada quien debemos asumir fielmente el papel que nos corresponde y así­, no contribuir más a que el caos siga imperando dí­a y noche por nuestras calles y carreteras. ¿Será mucho pedir?