Haré un paréntesis en la serie «Tráfico de niños guatemaltecos en el NY Times».
Casualmente cayó en mis manos el reportaje emitido por la Prensa Libre el 271106, pág. 3, denominado «Conap advierte contra transporte acuático» y una vez más, igual que en 1996 con la forestadora Simpson Ltda., surge una controversia sobre el paso de lanchones en las vías fluviales del lago de Izabal y Río Dulce.
El Consejo Nacional de íreas Protegidas, CONAP, emitió una resolución con fecha 170106, en la que niega la autorización para que pasen, en un lapso total de diez meses, 25 veces los lanchones (2.5 lanchones por mes) acarreando el equipo que necesita la procesadora de níquel para ampliar la planta.
Como en el caso Simpson, quien tuvo miedo de demostrar las razones técnicas de la validez de su presunción, ahora deben replantearse las reflexiones con sustentación técnica y realista, para demostrar que el daño que, según el CONAP, sufrirían esos cuerpos de agua, están más sustentados en falacias ad populum que en verdades científicas. El cuerpo colegiado del CONAP utiliza criterios extremos.
Según el reportaje, «…la opinión de este cuerpo colegiado ?Conap- se emitió sobre la base de que el río Dulce fue declarado parque nacional; que el lago de Izabal es corredor biológico, y que La Ley de íreas Protegidas prohíbe realizar actividades industriales en ese tipo de zonas. …que el traslado fluvial de maquinaria en barcazas afectaría a las especies marinas del lugar, principalmente a los manatíes… en peligro de extinción…el tránsito constante de barcazas y de sus remolcadores aumentaría la posibilidad de dispersión de la planta Hydrilla verticillata en el lago de Izabal».
Menciona también cómo este transporte entorpecería el desarrollo turístico de las áreas circundantes, pues el INGUAT tiene previsto el aumento de cruceros a Santo Tomás de Castilla, punto de partida de las barcazas. «Las barcazas entorpecerían el tránsito de estos barcos, ya que miden aproximadamente mil metros cuadrados» (sic), dijo Johnny Toledo González, director de Planificación, Estudios y Proyectos del CONAP, según la Prensa Libre.
Los ambientalistas debemos preocuparnos profundamente por la conservación de la naturaleza en su estado más primigenio posible, pero también los ambientalistas debemos aplicar nuestros estudios y nuestros conocimientos tal y como los recibimos: de una manera integral, con el fin de tener la amplitud necesaria para sustentar criterios que no atenten contra las necesidades de la sociedad, la República y el Estado de Guatemala que, aunque no bien gobernados en la actualidad, necesita abrir con abundancia sus puertas a la inversión extranjera, más aún teniendo el TLC montado sobre la nuca.
Las razones vertidas por el CONAP no tienen una validez total o absoluta, en virtud de que las ciencias ambientales incluyen los factores económicos, políticos y sociales, además de los ecológicos, por lo que, repito, el ser humano y sus intereses colectivos son el centro o eje del ambientalismo.
No debemos desestimular la inversión extranjera. ¡Al contrario! Debemos globalizar la economía y subsistir como país.