En los umbrales del 2009 tiene presencia un nuevo desastre, esta vez en la ruta entre San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz y Chicamán, Quiché. Descomunal derrumbe pone el alma en un hilo a los habitantes de la aldea Los Chorros. Tremendo y patético fenómeno con su cauda de arena, piedra y tierra.
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Responsable es del soterramiento de alrededor del fatídico saldo de unos cuarenta habitantes y restantes heridos en aquellos confines. Varios dedicados con gesto humanitario a rescatar a las víctimas, debido al hecho que la humedad y cercanías de la falla de Chixoy precipitan movimientos telúricos.
Fatalidad o causas del propio fenómeno, por mera coincidencia se ensañan sobre connacionales de clase pobre, la mayoría de casos. Compatriotas que sobreviven en condiciones infrahumanas, o sea del inframundo, alejados definitivamente de la posibilidad alguna ocasión de lograr una mejor calidad de vida.
Tareas de socorro y salvamento, aliadas en sus afanes febriles, demuestran con hechos la auténtica solidaridad y no sólo de palabras que se las lleva el viento. Hombro con hombro bomberos beneméritos y gente sencilla de gran corazón, desde las primeras de cambio están en plenas labores encomiables de verdad.
Queda de manifiesto y es testimonio fehaciente de cómo ante la adversidad sale a relucir el lado positivo de las personas afortunadamente. La unión hace la fuerza; se sacan fuerzas de flaqueza; hay reconciliación evidente en aras deseables del bien común, en beneficio del desvalido y damnificados en masa.
Tras las anteriores disquisiciones, a manera de entrada o umbral, al tema central, formulo mis mejores deseos y hago votos por que de inmediato salgan a batear con ganas entidades gubernamentales. El Ministerio de Comunicaciones, Conred y el sistema hospitalario conjuntamente desplieguen acciones urgentes y necesarias.
Recalco, los fenómenos naturales siguen causando daños. Si no es aquí, es allá, con su cauda demoledora que genera tragedias de toda índole. Hundimientos, deslaves y derrumbes; además desgracias y ruinas en contra de pobladores, están a la orden del día. Rachas de infortunio suceden en cualquier momento menos pensando.
Casos como este requieren sobre todo de agilizar planes de contingencia, habida cuenta de exigirlo así las circunstancias calamitosas por las que atraviesan guatemaltecos en el vértice nacional de Alta Verapaz y Quiché. Penurias múltiples se derivan al instante, de consiguiente hay que llevar alivio y la ayuda urgente.
Todo para que no suceda como el hoyo del barrio San Antonio, de la zona 6 capitalina, adonde las debidas reparaciones alcanzaron realidad al cabo de un año y fracción. Diferencia abismal existe, por cuanto el derrumbe o alud descomunal es tierra adentro, obviamente en un área rural, montañosa en extremo.
El fenómeno natural ubicado en región agreste en las cercanías de la hidroeléctrica de Chixoy, la mayor fuente de energía del país, requiere accionar que demuestre a las claras que la aludida acción significa el respectivo movimiento. Hay que recordar y tomar en cuenta cómo allá se ubica enorme falla geológica.
Apurar los trabajos de mérito es sumamente indispensable con mira a viabilizar la red de caminos que enlaza y factibiliza el intercambio comercial en buena escala, entre dos departamentos vecinos. Máxime ahora que esas mismas comunidades tienen considerable desarrollo y progreso.