Agradable resultó la noticia que el pleno del Congreso decidió citar a los ministros de Energía y Minas y de Economía para que expliquen a los diputados la causa por la cual en nuestro país no se refleja adecuadamente la baja del precio del petróleo en el mercado mundial. Y es que hasta el más papo de los consumidores se ha dado cuenta que no ha terminado de salir en los medios una noticia sobre alza en el precio del crudo cuando ya en las bombas están cambiando los precios para vacunar adecuadamente a la gente.
ocmarroq@lahora.com.gt
Pero cuando el precio en los mercados mundiales baja, se toman todo el tiempo del mundo para ir a las estaciones de servicio a modificar el valor de expendio de los derivados del petróleo y lo mismo hacen, aunque talvez con más desfachatez, los empresarios del gas propano que evidentemente gozan de ciertos privilegios porque no es así no más que se le proporciona el avión privado al Presidente de una República para que pueda hacer sus viajes oficiales. Ese tipo de «favores» están expresamente prohibidos en otros países del mundo porque es obvio que constituyen un tráfico de influencias, pero en Guatemala el acto fue además cínicamente justificado como algo normal y corriente.
Ya sabemos que los funcionarios dirán, de entrada, que como existe libre mercado de los combustibles y del gas propano, no pueden hacer absolutamente nada para evitar los abusos, pero además mostrarán su diligente servicio a los empresarios del petróleo y del gas propano, justificando la tardanza con el sobado argumento de que, ¡Gran Casualidad!, cada vez que los precios suben los depósitos de los importadores estaban vacíos pero cuando el precio baja, resulta que esos mismos depósitos estaban atiborrados y los previsores importadores habían hecho compras anticipadas para «garantizar el suministro» y por lo tanto los embarques que aún vendrán también fueron adquiridos a precios altos.
El mercado libre es, en cualquier país del mundo, objeto de elementales regulaciones para impedir abusos de quienes saben aprovechar las llamadas «imperfecciones» del mercado para hacer su agosto y explotar al consumidor que no tiene mecanismos de defensa. En ese sentido, las autoridades deberían de llevar un registro más cuidadoso del ritmo y costo de las importaciones para evitar que se produzcan alzas anticipadas, cuando se anuncian incrementos en el mercado mundial, y para evitar que se postergue la reducción del precio cuando la tendencia va en dirección opuesta.
La regulación es indispensable cuando se trata de mercados que tienen la característica del nuestro, donde el tema de la demanda no tiene mayor incidencia en la fijación de precios porque el consumidor no tiene vela en el entierro. En cambio, el que ofrece el producto tiene la sartén siempre por el mango y por ello es que en cualquier país civilizado se establecen medidas de salvaguarda del interés de la población mediante controles adecuados que tienden, únicamente, a evitar los abusos.
Pero como aquí los abusos son no sólo parte de las reglas del juego sino que además también parte del tráfico de influencias que se establece con los financiamientos y favores recibidos por los políticos desde que son candidatos y que continúan y se incrementan cuando ya tienen poder, por eso es que el concepto de libre mercado no es más que una excusa para exprimir a la gente.