¿Qué les queda a los jóvenes?


«Â¿Qué les queda por probar a los jóvenes

en este mundo de paciencia y asco?

¿Sólo grafitti? ¿Rock? ¿Escepticismo?

También les queda no decir amén

no dejar que les maten el amor

recuperar el habla y la utopí­a

ser jóvenes sin prisa y con memoria

situarse en una historia que es la suya

no convertirse en viejos prematuros.»

-Mario Benedetti-

Qué les queda a los jóvenes

Violeta Cetino
usacconsultapopular@gmail.com

Quienes desarrollamos tareas o labores en torno a la educación y la comunicación, contamos hoy en dí­a con un gran reto ante la juventud: brindarle las herramientas necesarias para la consolidación de la convivencia social, en función de su propia organización.

La juventud que vive en áreas de alto riesgo delictivo, en escasas ocasiones ha podido participar en espacios de organización social, teniendo como única opción la organización en pandillas juveniles y que a lo largo de su triste historia, lo único que han recibido de la sociedad es rechazo, discriminación y todos los calificativos que legitiman la falsa identidad de clase de muchos: «cholero», «muco», etc.

Sin embargo, la juventud a lo largo de la triste historia guatemalteca, ha desempeñado los papeles más comprometidos y heroicos, como el de los Cadetes del 2 de agosto de 1954, que libraron una batalla contra el Ejército mercenario de los Estados Unidos dí­as después del derrocamiento de Jacobo írbenz Guzmán; o como el papel de los estudiantes universitarios y la juventud organizada en el tiempo de la guerra popular guatemalteca. No deja de ser interesantí­simo el hecho de que a los jóvenes no les gusta sólo ser testigos o escuchar lo que ocurre. Al contrario, les fascina hacer que las cosas ocurran. Incidir, influir, poner su huella en la vida.

Pero es evidente que los espacios de participación y organización en las áreas en que la gran mayorí­a de los jóvenes se desarrollan, no ofrecen la posibilidad de ampliar sus horizontes, ni de construir su futuro.

Sumado a esto, la pobreza en que mucha de la juventud en Guatemala vive, impide que la organización social y comunitaria se desarrolle, por una simple razón: no sabemos convivir; sobre todo en un entorno totalmente contaminado por la violencia, por la miseria y la muerte; cuando la convivencia armónica es el resultado de procesos efectivos de comunicación y de procesos educativos exitosos. Una educación y una comunicación liberadora, independientes de la enajenación y el consumismo.

Y de eso se trata la propuesta organizativa para la juventud que ofrecen las Escuelas Abiertas, a través de los Consejos Juveniles. Por medio de la estructura organizativa de los Consejos Juveniles, los jóvenes que se integran en ellos, optimizan las habilidades de relación social. A su vez, utilizan este espacio para ejercer la toma de decisiones que les hace partí­cipes de la transformación de su propia realidad.

Estos jóvenes crean, innovan y promueven acciones que involucran, no solamente a la Escuela Abierta, sino también a la comunidad completa y la integran a actividades lúdicas, recreativas y organizativas. Así­ es como empieza el fortalecimiento del poder popular, con el empoderamiento de todas y todos los ciudadanos guatemaltecos, con todo el esfuerzo que cada uno de estos jóvenes invierten cada fin de semana en la creación de su propio destino.

A los jóvenes también les queda, como dirí­a Mario Benedetti, «tender manos que ayudan abrir puertas, entre el corazón propio y el ajeno. Sobre todo les queda hacer futuro, a pesar de los ruines del pasado y los sabios granujas del presente».