A la población, pero especialmente a las y los jóvenes, les queda -«ser jóvenes sin prisa y con memoria, situarse en una historia que es la suya, no convertirse en viejos prematuros… sobre todo les queda hacer futuro a pesar de los ruines de pasado y los sabios granujas del presente»- (M.B)
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En nuestro país algo se viene tramando. El 16 de abril de este año, al Congreso de la República fue presentada una iniciativa por el grupo Pro-reforma, que pretende reformas a la Constitución Política de la República bajo el eslogan «Por una Constitución de principios». Además, la Bancada Líder, en el mismo tono, presentó su propuesta de reformas constitucionales.
Ante los acontecimientos, el Congreso convocó a una jornada de audiencias públicas para que la población emitiera su opinión sobre el contenido de las propuestas. A la fecha se han realizado 52 audiencias, de las cuales cerca de 44 se han pronunciado con un rotundo rechazo a esos proyectos.
Es de suponer que para esa minoría de quienes avalan o son parte de esa iniciativa, las cosas ya se pusieron, por así decirlo, jodidas. Y no es para menos, quienes invirtieron dinero en campañas publicitarias, recolectores de firmas, playeras, gorras, y uno que otro favorcito, ven en hilo de araña la «ganancia» que obtendrían de aprobarse esas reformas.
Las firmas que respaldan el proyecto de Pro-reforma, según aseguran los promotores son más de 70 mil. Pero lo que no dicen es que esas firmas fueron conseguidas bajo sucios engaños. -Señorita, tengo una preguntita para usted. ¿Está cansada de tanta inseguridad, no tiene empleo, quiere un país mas seguro? Era una de las constantes hacía los transeúntes cerca del Portal del Comercio, que un joven de camisa y gorra blanca les lanzaba. -Firme acá para adherirse a la solicitud de un país mas seguro. No somos una organización política, somos ciudadanos comos usted.-
El «gancho» de esa propuesta engañó a mucha gente prometiendo que acabaría con los problemas de impunidad, injusticia, pobreza, desigualdad, inseguridad y violencia, cuando no es así.
Se han realizado muchos estudios y buenos análisis sobre el tema, que detallan cada uno de los puntos de esas propuestas que pretende cambiar toda la estructura jurídica del país, en claro beneficio de una minoría.
El objetivo de esta columna no es entrar en ese detalle, si no motivar a que el gusanito de la curiosidad le invada la mente, principalmente a las y los jóvenes, y se tomen un tiempo de pausa en este trajín de carreras y consumo, para poder revisarlos y sobre todo analizarlos.
Además, luego de ese breve ejercicio, dejarles la pregunta: ¿qué nos queda por probar? Claro, aparte de todas esas excentricidades típicas de la bella locura juvenil. ¿Sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo? Cuestionó por ahí, un poeta grandioso.
Los jóvenes constituimos aproximadamente el 70 por ciento de la población del país menor de 30 años de edad, pero, además, son los pueblos indígenas quienes constituyen un 40 por ciento y las mujeres más del 51 por ciento de la población.
Con ese tipo de propuestas de reformas a la Constitución actual, estos segmentos de población son impunemente excluidos y marginados, se viola el sistema democrático, el principio de participación política y el principio de igualdad, entre muchos otros.
Además, se pretende eliminar de la Constitución las garantías que a lo largo de tantos años los sectores sociales y más vulnerables, a punta de trabajo, incluso de sangre, han logrado.
Sí, nos queda por probar y mucho, pero sobre todo asumir el papel protagónico que en este momento, donde se sigue construyendo historia, las circunstancias a punta de grito exigen decir: No queremos esa clase de reformas. ¿También le entran?