¿Qué le parece ser diputado?


Hay que improvisar, claro, no debemos soñar, planificar ni proponernos metas de la más tierna edad. En nuestro paí­s se improvisan desde los niños, vienen sin que uno los llame, de repente, súbitamente aparecen. La mujer es la que da la noticia: «mi amor, estoy embarazada, ¿qué hacemos, nos casamos?». También los matrimonios se improvisan, en menos de un mes hay que arreglar todo, pronto porque la barriga se notará rápido. Eso es así­ y punto, en todos los ámbitos de la vida y la sociedad.

Eduardo Blandón

¿Qué de extraño hay que de un dí­a para otro las primarias de un partido se terminen? Esas, las de la GANA. Uno debe suponer, siguiendo la lógica, que las tales primarias fue una fumada dura de alguien del partido y que la cancelación de éstas también obedeció a un imperativo matutino que dictó «sorpresivamente» el cierre total. ¿Y los precandidatos? Desaparecidos, improvisando, imaginando cada dí­a qué hacer con sus deseos de ser candidatos. Aquí­ no se prepara ni las misas, confesémoslo con humildad.

Qué de raro, entonces, que este año empecemos a ver candidatos surgidos desde debajo de las piedras: Giammattei, Caballeros, Blandón. Todo es posible en este mundo de la improvisación. Aquí­ no hay lugar para la sorpresa, la vida nos quita la capacidad de asombro. ¿Se ha fijado que somos casi insensibles al asombro? ¿De qué nos vamos a asombrar en un paí­s en el que esto es habitual? ¿Mataron y violaron a una niña de seis años? ¿Ametrallan a un narcotraficante? ¿Encuentran muerto a varios adolescentes tirados en el monte, degollados y torturados? Eso no es noticia, los niños lo escuchan desde que están en la escuela, es más, a veces ellos mismos son los que descubren los cadáveres.

Como todo es improvisado, las cosas en nuestro paí­s terminan tan pronto como surgen. Los matrimonios terminan en menos de un año, los hijos se abandonan con los abuelos y los estudios universitarios (esa carrera que improvisadamente se escogió) se deja en el primer semestre. En la polí­tica es igual, como todo fue improvisado se tira a la basura los esfuerzos hechos y se desaparece de la vida pública. ¿Ha visto usted cómo desaparecen los candidatos improvisados? ¿Se recuerda de Pepe Fernández y de algunos que aspiraron a ser alcaldes?

El imperativo deberí­a ser no improvisar, planificar y tomar medidas para evitarnos sorpresas, pero aquí­ hasta quienes deberí­an planificar no lo hacen. Veamos por ejemplo el Banco de Guatemala. ¿No es cierto que improvisa? ¿No nos dejó sin dinero Marí­a Antonieta de Bonilla? Claro que sí­, pero siempre hay una coartada: «No fue mi culpa, fue la anterior administración, el gerente, la quiebra de Bancos, el Mitch?» Nada mejor para justificarse que echarle la culpa a los otros, vieja costumbre desde Adán y Eva.

Como es año electoral, preparémonos para la sorpresa porque la cosa apenas empieza. Lo bueno es que usted y yo tenemos oportunidad para cualquier cosa, ¿Qué le parece una diputación?