Existen en esta capital y, a lo mejor, en otras ciudades del país, las llamadas Escuelas Automovilísticas que ponen OK para la extensión de licencias de conducir vehículos livianos y pesados.
En esas escuelas se exigen ciertos requisitos para otorgar las licencias, sin las cuales no se debe manejar automotores porque los cumplidos agentes de tránsito adoptan medidas punitivas contra los timoneles no autorizados o con licencias que se prestan para provocar accidentes como los que se registran a diario en los centros urbanos y rurales del territorio nacional.
Muchos percances de camionetas, camiones, “tráileres”, carros, etcétera se producen porque son conducidos por personas imprudentes que abusan de la velocidad, sobre todo los choferes de autobuses que, en su afán de recoger más pasajeros que los de la competencia, van zigzagueando y como a punto de alzar vuelo como almas que se las lleva el diablo, o bien por el cansancio o por haberse pasado de copas o porque no pocos han sacado primeras licencias por 600 o por 1,200 quetzales mediante el delito de cohecho en algunas de las mencionadas escuelas dadas a la corrupción…
Indiscutiblemente, las Escuelas Automovilísticas inmorales y los que van imprudentemente al timón de los buses del servicio público con licencias que indebidamente han logrado obtener, gracias al cohecho, son responsables de las frecuentes tragedias que se registran en calles y caminos con saldos de destrucción, heridos y muertos.
Tales conductores de arritrancos rodantes, casi no se diferencian de los delincuentes que ocasionan dolor, lágrimas y luto en el seno de sus familias y horror en la sociedad.
Las autoridades de tránsito y de la policía, en especial, deben hacer todo lo posible con verdadero interés y drasticidad para evitar de una vez por todas que las famosas Escuelas de Automovilismo rectifiquen sus procederes y se abstengan de estar posibilitando primeras licencias a individuos no aptos para manejar vehículos, tanto de uso colectivo como de toda clase.
Los temerarios que zumban y vuelan en las vías urbanas y rurales de toda la red vial son dignos de severas sanciones e incluso de inhabilitaciones, a fin de marcar alto a la carrera de la muerte, cuyo lívido rostro se asoma a diario con su fatídica guadaña en nuestra metrópoli y en los demás lugares del país.
Señores de mando en el ramo de tránsito y de la policía, procedan sobre la marcha a escudriñar entretelas en los establecimientos de marras que están lucrando con la autorización fácil, imprudentemente, de primeras licencias a sujetos que siembran terror con la muerte, lesiones y destrucción por lo regular impunemente. ¡Hay que respetar la ley!