QUE EL PUEBLO GRINGO LO HAGA RENUNCIAR


Es increí­ble el número de veces que, durante el dí­a, utilizo el término «increí­ble». No poder creer que lo que acontece sea un acontecer que acaece con tan grave frecuencia, que, de verdad, no se puede creer.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

No puede ser cierto que dí­a a dí­a la violencia en Irak se encargue de eliminar impunemente a decenas y decenas de seres humanos.

Hay, en el párrafo anterior, dos aseveraciones que ojalá fueran exageraciones, pero que no lo son.

Cuando menciono que son decenas de muertos, puede uno creer que talvez fue un dí­a cuando un coche bomba se encargó de eliminar a treinta, o cuarenta, pero que eso fue sólo un dí­a. Sin embargo no es así­, y al dí­a siguiente, y al siguiente y el siguiente ocurren atentados que eliminan a cuarenta o a cincuenta o a sesenta y aún más.

¿No es eso, por ventura, un acontecer digno de una sociedad de alienados? Hoy, y mañana, y pasado mañana, y más mañanas y siguen las decenas y decenas de iraquí­es muertos. Increí­ble. Me pregunto si alguien lleva la cuenta de cuántos dí­as seguidos ha habido atentados en Irak.

Increí­ble que el presidente Bush no se haya dado cuenta cabal del mal que está ocasionando. Pero? de verdad, ¿será que no se da cuenta?

Si acaso no se da cuenta del significado de esa su hecatombe, puede asegurarse que, el pobrecito, está mentalmente enfermo. Ahora, si acaso, sí­ se da cuenta de ello, pero decide persistir y sigue provocando muerte y más muerte, es porque de verdad está mentalmente desquiciado.

Y, ahora ocurre que planea mandar más tropas a Irak. Es que «cuando un hombre se hace peor comprende cada vez menos su maldad» (C.S. Lewis).

Ayer la prensa mencionaba la amenaza de Israel que se prepara para utilizar sus bombas atómicas en contra de Irán. ¡¡Una medida preventiva!! Y luego la respuesta de Irán, que retaliará con las propias. El inicio del fin y la Tierra se calentará y se convertirá en cenizas. ¡¡Un buen paraí­so que habremos de heredar a nuestros nietos y bisnietos!!

La comunidad internacional tiene derecho y obligación de llamar al orden al Sr. Bush ya que la guerra que él ha iniciado y que amenaza con hacerse una conflagración nuclear, pone en peligro la vida del mundo.

Todos los premios Nobel de la Paz, el nuevo Secretario de Naciones Unidas, los lí­deres religiosos mahometanos, hinduistas, judí­os y cristianos habrán de reunirse para exigirle al presidente Bush que se retire ya. Pero talvez será mejor que el pueblo estadounidense, que indudablemente sí­ se da cuenta de su alienación, le exija su renuncia.