Que Dios nos agarre confesados


El arranque del año ha sido pavoroso para un paí­s como el nuestro, tan dependiente en materia energética de los derivados del petróleo, puesto que al reiniciarse la actividad comercial luego del descanso de fin de año, el precio del barril de crudo superó los cien dólares, lo cual augura serias dificultades para el paí­s en el futuro cercano. Porque nuestra capacidad para superar una crisis energética es muy limitada debido a que cualquier polí­tica para aliviar esa dependencia requiere de una implementación que no se puede hacer de la noche a la mañana. Necesitamos reducir la generación térmica de electricidad para sustituirla por la hidráulica o por otras fuentes y nos urge un sistema eficiente de transporte masivo que permita reducir la factura petrolera.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

El problema de transporte en la ciudad de Guatemala y su área de influencia ha rebasado por completo la capacidad del municipio y también su jurisdicción, por lo que hay que ir pensando en que se debe plantear el tema en el marco de polí­ticas nacionales porque, al fin y al cabo, una inversión de esa envergadura tendrí­a efectos sensibles en el consumo de combustibles y por lo tanto, a los precios actuales del petróleo, la inversión se justificarí­a.

El otro tema es el de la construcción de grandes plantas de generación que usen el caudal hidráulico y en ese campo se ha ido generalizando la polí­tica de privatización que permite la inversión privada para producir energí­a que luego es comprada por los distribuidores. Si se logran revisar los términos de referencia de los contratos, basados en los precios que se tuvieron que aceptar cuando el paí­s estaba con la soga al cuello por la incapacidad para generar, podrí­a ser interesante esa solución. Pero hay que entender que en el nuevo gobierno las autoridades del sector tendrán también su conflicto de intereses porque están en el negocio de la generación eléctrica y tendremos que estar atentos para ver qué pesa más, si el interés personal o el interés nacional.

Tal y como están las cosas, la capacidad del Estado para paliar una crisis energética derivada del alto precio del crudo es muy limitada porque se trata de factores externos que escapan al control nuestro y porque no tenemos cómo sustituir fuentes de energí­a o métodos de transporte con relativa rapidez. Eso hace que la propuesta de Venezuela de surtir al paí­s de petróleo que se tendrí­a que pagar en condiciones más favorables (porque se difiere el pago a futuro), podrí­a ser atractiva aunque luego de las declaraciones de Hugo Chávez sobre un posible atentado en su contra en Guatemala y las reacciones que ello produjo, se hace cuesta arriba pensar que un gobierno guatemalteco pueda tener una relación cordial con Chávez sin que se provoque malestar en el poderoso sector empresarial y en una prensa que, comprometida ví­a la Sociedad Interamericana de Prensa con la polí­tica norteamericana hacia Venezuela, ha satanizado a ese mandatario.

A estas alturas serí­a bueno ya conocer algunas posturas del futuro gobierno en el tema energético porque habiendo sido designado desde hace varias semanas el futuro titular de la cartera, ya tendrá que tener algún criterio de lo que puede y debe hacer. Porque hasta el adelanto de horario en el verano ha sido una decisión que le han heredado, pero no se tiene la menor idea de lo que tiene en mente el futuro régimen en cuanto a acciones de corto, mediano y largo plazo para aliviar nuestra creciente dependencia del petróleo.