Me había propuesto no comentar más nada sobre el trabajo o conducta de los diputados, porque parece que a nuestros legisladores les asienta bien aquel refrán popular que dice: «Al entendido a señas y al rústico…», ya que parece no interesarles lo que la prensa comenta o lo que la gente piensa de ellos, parece que no se han dado cuenta que gozan de una extraordinaria mala imagen, y parece, no obstante que cuentan con una infinidad de asesores que por lo visto no les sirven para salvarlos de las grandes metidas de pata, porque aprueban leyes inconstitucionales y porque políticamente hacen unas que verdaderamente es para hacer «circo»; que no les preocupa su imagen pública porque al fin y al cabo el partido al que pertenecen, de todos modos los van a postular.
No he podido quedarme callado ante tan grave y elocuente «clavo» protagonizado por cuatro diputados según página tres del diario Prensa Libre del día 10 de noviembre del año en curso, tan tremendo clavo rebasa los límites de la tolerancia porque es de un nivel de corrupción y cinismo verdaderamente alarmante. Si el problema de Bancafé no hizo un llamado a la reflexión a los diputados y dirigencia de la GANA, no creo que el clavo protagonizado por la diputada Virna López, los diputados Jorge Méndez Herbruger, Waldemar Barillas y Jaime Martínez Lohayza lo haga, el que en mi opinión muy modesta vendría a constituir «la gota que rebalsa la copa», pues debiera de servir para ponerle un freno a tanto acto feo que desdice del Gobierno en el que supuestamente debimos «ganar todos», pero que cuando estamos casi al final del mismo, comprobamos que éste está resultando mucho peor que el que le antecedió, ya que sus clavos son «de línea férrea». Esto servirá para que la población compruebe el grado de impunidad y encubrimiento prevaleciente, o bien, para ver que al fin se aplica la ley.
Y es que no es para menos comprobar las lecciones de cinismo que nuestros diputados están impartiendo a una desencantada población, lo cual demuestra que están resultando más depurables que los del año de 1993, porque las «inocentes» declaraciones de quienes viajaron a París, son de personas muy centradas que fueron sorprendidas en «su buena fe», insinuando que el responsable es el actual Presidente del Congreso, quien a su vez, también fue burlado por algún hábil, astuto e invisible adversario político, que se coló a la Presidencia del Congreso para «meterle ese golazo», argumento que desde ya nos está invitando a adelantar en lo que finalmente concluirá este vergonzante caso que trasciende nuestra fronteras, pues se ha involucrado a una organización internacional como lo es Parlamentarios por la Acción Global.
Me rebelo a creer que nuestros legisladores que otrora merecían el respeto y hasta admiración del pueblo, se estén ganando cada día más, el calificativo de «depredadores de los bienes del pueblo», pero me preocupa más que ni la Contraloría, ni el Ministerio Público, ni ninguna otra autoridad, intente hacer algo para frenar este cáncer que tarde o temprano nos va a hacer daño a todos. Quiere decir que si Prensa Libre no lo denuncia, y nadie hubiera dicho nada al respecto, tranquilamente los diputados van y vienen de París como que nada hubiera ocurrido. «Está el hombre tan obsesionado de ilimitación de la vida, que no encontraría cara la inmortalidad aun a cambio del infierno». Clemenceau.