Vivir y morir originan problemas económicos a los seres humanos que, a lo largo de la existencia, han tenido ingresos económicos modestos o de hambre, hundidos en la miseria.
La gente pobre vive sus días abrumada de problemas por falta de recursos suficientes para hacer frente a deberes y obligaciones personales y familiares.
Actualmente, la carestía de la vida en Guatemala y en otros países del istmo centroamericano está siendo insoportable progresivamente. Los precios de los artículos indispensables y de los no indispensables que se diga, se han ido a las nubes. Sólo la clase acaudalada puede vivir sin mayores problemas.
En los casos de enfermedad, los pobres se ven en la necesidad de recurrir a los hospitales y demás centros de salud nacionales que, por lo regular, se mantienen como a desbordar, sin medicamento y, a veces, en huelga.
Los establecimientos privados son accesibles para las personas de la clase media alta, no tanto para las de la clase media-media, mucho menos para la de la clase baja.
Hay hospitales particulares que se han convertido rápidamente en archi, archimillonarios, porque están cobrando miles y miles de quetzales por la hospitalización, por los servicios médicos y hasta por los “parqueos” de vehículos de los visitantes. No baja de Ql5.00 la hora de aparcamiento; eso lo censura con justificado repudio toda la gente que acude a los centros de referencia a ver a sus seres queridos. Las autoridades municipales deberían frenar ese exagerado abuso de cobros por estacionamiento de automotores, lo mismo que los que han impuesto arbitrariamente en las diferentes zonas capitalinas, pues hay algunos “parqueos” que se recetan una barbaridad de quetzales por 15 minutos y… ¡ay de aquel que se pase de ese tiempo!, pues le ponen cepo a su patas de hule…
Podríamos mencionar algunos de los hospitales y demás centros de salud privados que vienen explotando a más no poder a los que sufren dolencias, a sus familias y amistades, no sólo por los servicios médico-hospitalarios, sino también por el estacionamiento de vehículos, de cuyos daños y robos no se responsabilizan los dueños de esos centros del dolor que puede estar cerca enlace fatal.
Afortunados los afiliados y las afiliadas al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, porque en sus hospitales, a pesar de la enorme demanda de servicios que afronta, se brinda la atención que necesitan los pacientes hasta las últimas consecuencias, servicios que tienen cobertura con las módicas cuotas que descuentan a sus trabajadores los empresarios inscritos del sector patronal.
¡Los problemas y necesidades planteados tienen que ver con la justicia social que viven demandando airadamente diferentes grupos del pueblo!