No tengo la costumbre de leer al señor Armando de la Torre y por lo tanto no me había percatado de su artículo de hace ocho días, pero leyendo ayer (escribo esto el domingo porque hoy lunes estaré viajando de retorno a Guatemala, antes de lo que tenía previsto) a Eduardo Villatoro me enteré de su timbirimba en donde va y viene queriendo tirar un dardo que al final lanza de manera poco viril y muy difusa.
ocmarroq@lahora.com.gt
No tengo realmente nada que agregar a lo que ya dijo nuestro muy querido amigo, Guayito Villatoro, porque en realidad es extraño que alguien que pretende reclamar a los medios precisión en el abordaje de los temas, termine con un señalamiento tan poco varonil porque no quiso mencionar nombres.
Cuando mi hijo decidió retirarse de La Hora para dedicarse a la política, hablamos de la necesaria independencia del medio y que yo, en lo personal y como periodista, no estaba pasando a formar parte de ningún proyecto político. Respeté su decisión porque creo que hay que hacer esfuerzos por cambiar la forma de hacer política, pero con el correr del tiempo he pensado que tal y como están las cosas en el país, a saber si vale la pena un empeño de esa naturaleza y sobre todo, de hacerlo, hay que buscar bien cómo, dónde y con quién.
En La Hora no he favorecido a Colom, obviamente, ni a ningún candidato presidencial aunque les he abierto el espacio a todos para que de manera tranquila, sin preguntas e interrogatorios inquisitivos, puedan presentar su visión del país, sus planes para el futuro y sus aspiraciones. El suplemento político de La Hora ha sido abierto de la manera más franca a todos los aspirantes para que puedan expresarse con absoluta libertad.
Yo creo que el señor De la Torre tiene la misma higiene mental que tengo yo y así como me abstengo de leerlo, él tampoco lee La Hora porque si lo hiciera sabría que lo que dijo es una enorme falsedad. Y tiene todo el derecho de no leernos, pero no lo tiene a difamar con presunciones que no puede fundamentar. Inútil sería retar a ese señor a que nos demostrara con mediciones de espacios dedicados a cualquier candidato, que aquí se ha favorecido a alguno.
Y otra cosa, si yo hubiera decidido apoyar a un candidato, lo hago abiertamente, dando la cara y sin tapujos porque lo haría con clara convicción de que estoy haciendo algo correcto. No sería el primer caso en el que un medio toma partido y se decide por apoyar alguna causa política, cosa que ocurre con absoluta normalidad en otros lados. Ahora mismo, estando en Estados Unidos he leído abundantes publicaciones, editoriales y de columnas de opinión, en las que se adelanta la inclinación o tendencia a favor o en contra de algunos candidatos. Y se hace abiertamente sin tapujos, como debe ser en respeto a la opinión pública y a los muchos o pocos lectores.
Creo que una semana después de haber publicado su timbirimba, De la Torre tiene suficientes elementos para entender que Oscar Clemente Marroquín, como director de La Hora y como ciudadano, no estoy al servicio de nadie más que de mi país y de causas en las que creo. Como la CICIG que es, desde hace mucho tiempo, una de mis preocupaciones porque creo que la impunidad es la clave de todos nuestros males. De suerte que gracias Guayo por contarme lo que dijo ese señor.