«Senna» captura la breve historia de un astro de la Fórmula Uno


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No hace falta ser un apasionado del automovilismo deportivo para quedar atrapado por «Senna». El director Asif Kapadia ha montado su documental con el ritmo, el tono y la fluidez de una pelí­cula dramática.

Por CHRISTY LEMIRE Agencia AP

En su retrato de la carrera breve y brillante de Ayrton Senna, el difunto piloto brasileño de Fórmula 1, Kapadia recurre exclusivamente al archivo de secuencias filmadas, algunas de ellas inéditas y muchas tomadas desde el vehí­culo conducido por el propio Senna.

Estas escenas son de los 80 y principios de los 90, mucho antes de la actual cobertura televisiva del automovilismo, con sus cámaras que captan las imágenes desde todos los ángulos posibles. Son escenas en bruto, ásperas, y a veces hasta se pierde la señal, lo cual vuelve la experiencia aún más visceral y participativa.

El propio Senna era un hombre apuesto, incluso glamuroso, de gestos elegantes.

La pelí­cula abarca el decenio desde la irrupción del brasileño en el escenario de la Fórmula 1 en el Gran Premio de Mónaco en 1984 hasta el choque sobrecogedor que lo mató a los 34 años de edad. Durante ese perí­odo obtiene emocionantes victorias en las que arranca desde atrás, pasa a sus competidores en espacios diminutos y gana fama por su destreza incluso en pistas resbaladizas bajo la lluvia. Gana tres campeonatos mundiales y se convierte en un í­dolo en un paí­s que necesita una fuente de orgullo e inspiración.

Pero los fanáticos de la F1 en el mundo también lo conocen por la enconada rivalidad con su excompañero de equipo Alan Prost, el piloto francés ganador de cuatro tí­tulos mundiales. Las entrevistas con especialistas y reporteros que cubrí­an la F1 en esa época —cuyas voces se superponen a las imágenes— ayudan a comprender sin desmedro de la continuidad cinematográfica.

Por todo lo visto aquí­, Senna era un tipo decente que dedicaba buena parte de su tiempo fuera de los circuitos a recaudar fondos para la ayuda a la infancia: un joven nacido en una familia adinerada que nunca fue elitista, un atleta dotado de confianza, inteligencia y talento, jamás acosado por tendencias autodestructivas. La pelí­cula no lo endiosa, pero en general lo presenta bajo una luz favorable.

No hubiera estado demás indagar un poco en su vida í­ntima, más allá de las miradas furtivas de las bellí­simas mujeres con las que salí­a. El espectador se entera de un detalle: le gustaban las rubias.

Si hay un villano, es Prost, o tal vez el francés Jean-Marie Balestre, el jefe de la F1 que parece sentir una antipatí­a profunda por Senna. ¿Por qué? Eso es materia de conjetura.

Profundizar un poco más en la intimidad del hombre hubiera permitido hacer un documental excelente en lugar de simplemente bueno.