La revista estadounidense «Rolling Stone» informa normalmente sobre estrellas del rock, literatura pop y los excesos con las drogas de los actores, pero esta semana la portada ha sido para el papa Francisco.
A sus 77 años, Bergoglio aparece en la portada de esta revista para la que antes posaron grandes del pop como David Bowie, Rihanna y John Lennon. El título del amplio reportaje que lleva a la portada es «The Times They Are A-Changin’» (Los tiempos están cambiando) en referencia a la canción de Bob Dylan. Sobre las comparecencias en la plaza de San Pedro en Roma, el periodista de «Rolling Stone», Mark Binelli, señala: «A pesar de que es conocido que se ha distanciado de los accesorios papales más ostentosos, sigue siendo sorprendentemente estiloso. Hoy lleva un abrigo de doble botonadura, una bufanda y una sotana color crudo, todo con un corte impecable».
Y Binelli destaca además las diferencias con Benedicto XVI: «Tras el devastador pontificado de (el papa emérito) Benedicto, un firme tradicionalista que parecía que fuese la pesadilla que amenaza a los jóvenes (como la figura de la película de terror Freddy Krueger) con su camisa a rayas y sus guantes de afiladas cuchillas, para el católico medio, Francisco parece un pequeño milagro, tan sólo con la capacidad básica de reír en público, algo que domina con maestría».
No lleva un año en el cargo, pero se ha convertido en un imán para las portadas de las grandes revistas: En 2012 la revista «Time» lo proclamó «personaje del año», y también muchas otras publicaciones le han dedicado su portada, como acaba de hacer la prestigiosa revista alemana «Der Spiegel».
Todos los medios se han hecho eco de su cercanía, de cómo se ha distanciado del boato y de su forma franca de acercarse a la gente, como cuando tras el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro le desea buen apetito a la multitud allí congregada que se dirige a comer. En la prensa italiana no dejan de circular los rumores de que por las noches sale de incógnito por Roma para seguir en contacto con los más necesitados, conversar con los sintecho.
Lo que ya es innegable es que el argentino ha introducido un nuevo estilo en El Vaticano, aunque sólo sea porque intenta vivir como lo hacía en Buenos Aires y no dejarse atrapar por los muros del Vaticano.
Jorge Mario Bergoglio también ha contribuido a que proliferen las anécdotas sobre su persona. Aun cuando el Vaticano lo niega, al menos en una ocasión los medios italianos supieron de una salida nocturna de incógnito del papa para reunirse con sintecho en Roma.
El arzobispo Konrad Krayevski, denominado el «limosnero de Su Santidad», ya comentó que planteaba un problema de seguridad saber que el papa salía por las noches. Y Bergoglio se acopló: poco antes de Navidad invitó a los sintecho a una de las misas que oficia a primera hora de la mañana. Con ello no deja de demostrar cuánto realmente le importan las personas. Así, abraza a desfigurados o lava los pies a los presos en una cárcel.
Y además está el tema de las llamadas, donde sólo el Vaticano esclarece donde empieza la verdad y acaba la leyenda cuando desmiente con vehemencia que el papa hizo una llamada de la que han informado los medios. No fue necesario que lo desmintiera cuando el papa marcó el teléfono y dejó un mensaje en el contestador automático del convento de unas hermanas carmelitas españolas. Incluso les felicitó el año nuevo, tal como se pudo escuchar en la televisión y la radio, al reproducir el mensaje.
Entre las cerca de 2.000 cartas que el papa Francisco recibe figuran en muchas ocasiones un número de teléfono: «A ello se suma la esperanza de que el papa llame», señaló Ciro Benedettini, de la oficina de prensa del Vaticano.
Este «hombre cariñoso y modesto» ya era conocido en Buenos Aires porque se cocinaba él mismo y atendía personalmente las llamadas telefónicas, según señaló el rabino David Rosen.
Bergoglio es un hombre práctico, con los pies en la tierra que lleva él mismo su maletín cuando viaja. Es un hombre que no quiere vivir en la residencia papal, el palacio apostólico, y tampoco le atrae, a diferencia de su predecesor alemán, la residencia de verano papal de Castel Gandolfo.
Además, regala a los más necesitados en Roma tarjetas de teléfono y billetes de metro. Se dedica con tal intensidad a los que más sufren que hasta el Vaticano tuvo que desmentir una información de que había realizado un exorcismo en medio de la plaza de San Pedro. Hasta los más escépticos le ven creíble, una persona que desea de forma auténtica «una Iglesia pobre para los pobres». Y eso es lo que realmente le importa al papa, no tanto si es portada o no de una conocida e influyente revista de música.
No fue suficiente que la revista Time nombrara al papa Francisco «Persona del Año» o que apareciera esta semana en la portada de la revista Rolling Stone. Ahora existe cerca del Vaticano un grafito que lo muestra como un superhéroe.
El retrato que apareció esta semana en Borgo Pio, una calle adoquinada pequeña cerca de la Plaza de San Pedro, muestra al Papa vestido de blanco y con capa, volando al estilo de Superman. A la manera típica de un superhéroe, Francisco vuela con el brazo derecho extendido y el puño cerrado, mientras que en la mano izquierda lleva un maletín con la palabra «Valores» en español escrita sobre él.
El artista es identificado solo como Maupal.
Francisco ha encantado a las multitudes con su sencillez y mensaje de ayuda a los pobres, aun cuando ha tomado medidas duras contra el dispendio y corrupción en el Vaticano.
La oficina de comunicaciones del Vaticano aprobó la imagen, y tuiteó una fotografía el martes.