¿Cómo afectan las nuevas tecnologías al desarrollo de las nuevas generaciones? Con la cabeza permanentemente mirando hacia sus smartphone, los más críticos auguran un futuro negro, con jóvenes incapaces de relacionarse entre sí.
Hace poco en Colonia: Joshua, de 12 años, invitó a tres amigos a dormir a casa. Por la noche, su padre mira en la habitación y ve a los cuatro sentados en el suelo con los ojos clavados en sus Smartphones tecleando. «¿No les gustaría hablar entre ustedes?», pregunta. «Ya lo hacemos. Hablamos por Whatsapp», contestan con una voz monótona.
La comunicación entre los adolescentes se basa hoy en día en gran parte en el intercambio de breves mensajes de texto. La dependencia de Internet de los nacidos en la era digital puede ser extrema. Antes de quedar comprueban que no vayan a estar aislados cibernéticamente: «¿También tienes en casa Internet inalámbrico?»
En los últimos meses se ha desarrollado un nuevo término para calificarlos: La «head-down generation» o «generación de la cabeza hacia abajo». Así es como se conoce a los jóvenes y niños que no apartan ni un momento la mirada de sus teléfonos inteligentes o tabletas.
Muchos padres se preguntan: ¿Esto es normal? ¿Están amenazados por el aislamiento social? Estas preocupaciones quedaron reflejadas recientemente en un video de Youtube con más de 35 millones de visitas hasta el momento.
Bajo el título «Look Up» (Mira hacia arriba) el autor y director británico Gary Turk hace un llamamiento a los jóvenes para que no se pierdan las oportunidades que les ofrece la vida por estar mirando su móvil. «Tengo 422 amigos. Sin embargo, estoy solo», empieza Turk el video.
Turk extendió su mensaje a través de las redes sociales que él tan duramente critica. Algunos usuarios se mostraron escépticos con el mensaje y se preguntaron si es verdad que antes, cuando nadie tenía una pantalla tamaño bolsillo en el metro, se hablaba realmente con el que se tenía sentado al lado, o si los niños estaban tan unidos a la naturaleza que cada día tenían una lombriz de tierra en el bolsillo de su pantalón.
El profesor Winfred Kaminski, director del Instituto de Investigación de Medios y Pedagogía mediática en Colonia, sonríe ante este panorama de preocupación: «Platón maldijo la escritura porque destruía la memoria, porque consideraba que ya no debíamos aprender de memoria».
Para Kaminski estas preocupaciones se han repetido a lo largo de la historia con cada avance: «Cuando se inventó la imprenta también hubo grandes preocupaciones por la propagación de la lectura. En el siglo XVII se maldijo la afición por leer periódicos, en el siglo XX, al teléfono. Después le siguieron la televisión y el video».
«Cada medio necesita un cierto tiempo para pasar de los conocidos como ‘early adopters’ (adoptantes jóvenes) -entre los que se engloban la mayoría de los jóvenes- hasta el centro de la sociedad. Tan pronto como un hombre de 60 años comience a usarlo como algo normal, ya nadie hablará de ello», agregó.
Ulrike Wagner, la directora del Instituto de Pedagogía mediática en Múnich, lo ve de la misma manera. «La simple frase ‘antes era todo mejor’ mitifica el pasado y deja fuera el potencial que traen consigo estos nuevos medios».
La experiencia refleja que las redes sociales ponen en contacto a los jóvenes en casos que antes no se daban. En la clase de Joshua los chicos y las chicas no tienen nada en común por regla general.
Sin embargo, vía Whatsapp todo es diferente. En ese mundo todos se escriben con todos. Ahí se puede decir incluso «Te quiero», algo que sería impensable si tuvieran que hacerlo cara a cara en un descanso en el patio del colegio. Ahora sólo hay que prestar atención para que el «Yo también te quiero» no acabe llegando a todo el grupo.