Mientras la Embajadora de la Unión Europea hacía esfuerzos porque el Presidente del Congreso se diera la mano con el jefe de la bancada Lider para enviar una señal positiva que desentrampe la agenda legislativa y permita la ratificación del Acuerdo de Asociación entre nuestro país y esa importante región del mundo, el resto de los diputados continuó su actividad sin inmutarse. A la misma hora un automovilista veía cómo un par de individuos desde una moto le golpeaban el vidrio lateral de su carro para exigirle, pistola en mano, que entregara su teléfono celular en uno de los muchísimos casos que se repiten en prácticamente todas las arterias de la ciudad capital en los momentos de mayor afluencia de vehículos.
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Ni la angustia de los parroquianos víctimas del robo de celulares ni la preocupación de la Embajadora europea llegan a alterar la tranquila agenda del Congreso, trabada en una interpelación a la que ni siquiera los miembros del bloque interpelante le ponen mucha atención porque en el fondo se sabe que nadie está persiguiendo que ese instrumento de control parlamentario permita contarle las costillas a un oscuro ministro. Como con las interpelaciones que en el período anterior hizo el Partido Patriota y todas las que en este período hace el partido Lider, el Ministro de Cultura pasará muchas horas soportando una sarta de preguntas que no llevan a ningún lado, pero que dejan que el tiempo transcurra y esa, nada más, es la prioridad de quienes tienen la sartén por el mango.
Por el lado del oficialismo la rutina se altera únicamente cuando se ve que el cambio de imagen del Congreso, que se ha propuesto el nuevo Presidente del Organismo Legislativo, va por buen camino porque ahora ya no van a comer cualquier porquería sino que sus alimentos serán cuidadosamente preparados por un reconocido “chef” que afanoso se dedica a preparar las más sofisticadas viandas para demostrar que nuestra cámara de diputados no es cualquier cuchitril, sino que se trata de una muy alta representación que se comporta con sentido de alcurnia.
Y como el Acuerdo de Cooperación con Europa y la necesidad de legislar para impedir que sean libremente activados los celulares robados, hay muchísimos otros asuntos cruciales que esperan que los diputados les pongan atención, pero resulta que ni siquiera se han podido conformar las comisiones de “trabajo”, por lo que ahora una preocupación de los parlamentarios es ver cómo pueden hacer para cobrar las dietas que esperan recibir por su asistencia a esas salas que, sin integración legal, no podrían sesionar sin dar motivo a que, en un milagroso arranque de capacidad, la Contraloría de Cuentas formulara un reparo por pagos improcedentes.
Ya estamos por cumplir el primer mes del nuevo período legislativo en el que se esperaba un cambio de imagen de nuestro Congreso. El señor Muadi había dicho que la mala imagen no era producto de lo que pasa en el Congreso sino de la mala cobertura de la prensa, y tal vez por ello dispuso medidas de control para mantener a los periodistas que cubren la fuente bajo severas disposiciones que en forma pretoriana trata de implementar su jefe de prensa siguiendo instrucciones de una asesora que, según todas las versiones, es una especie de alter ego del señor Muadi.
El caso es que Guatemala es un país con una larga lista de prioridades entre las que no está, desde luego, un cosmético cambio de imagen de ninguna institución. Pero al paso que vamos, ni siquiera lo cosmético será posible porque la contundencia de los hechos resulta abrumadora para demostrar que las cosas de país, “les vienen del norte” a los diputados, como solía decir la mujer de Colom.