Puertas abiertas a la reforma de la U


«El estudiante tiene la obligación de ser un factor dinámico del proceso de cambio, pero sin perder los perfiles, también, de la realidad.»

Salvador Allende

Al escribir esta columna el campus central de la Universidad de San Carlos de Guatemala se encuentra paralizado por octavo dí­a consecutivo; las labores académicas y administrativas fueron suspendidas como consecuencia de la manifestación de la agrupación estudiantil «Estudiantes por la Autonomí­a», de la Facultad de Agronomí­a.

Ricardo Ernesto Marroquí­n
ricardomarroquin@gmail.com

Las raí­ces del conflicto se encuentran tres años atrás, cuando un grupo de catedráticos presentó un amparo ante la Corte de Constitucionalidad (CC) contra el proceso de elección de sus representantes ante la Junta Directiva de esta unidad académica: los estudiantes, además de elegir a sus representantes, participaban en la elección de los catedráticos. La CC, apelando al principio constitucional de igualdad, falló a favor del cuerpo docente.

Ahora, cerrando las puertas de la Usac para impedir que cualquier actividad se lleve a cabo y con la intención de llamar la atención sobre sus demandas, este grupo de estudiantes exige al Consejo Superior Universitario que revise la resolución de la CC y la revoque, en defensa de la «autonomí­a universitaria». La lucha de los estudiantes, por demás, parece no encontrar eco en el máximo órgano universitario porque aun con la autonomí­a de la que goza la Usac, la institución con más autoridad respecto a la interpretación de la Constitución Polí­tica es la Corte de Constitucionalidad.

Con todo y que apoyo la organización y la lucha por el respeto a los derechos y a las reivindicaciones de los estudiantes universitarios, en este caso los planteamientos están equivocados y el esfuerzo deberí­a encauzarse por otro camino. Acá no hay más que una visión reduccionista de la Autonomí­a Universitaria, visión de la cual se aprovechan quienes tienen en sus manos la dirección de la Usac.

El cogobierno, es una de las muchas ventajas con las que cuenta la Usac gracias a su autonomí­a. Como pocas, en nuestra universidad los estudiantes, los catedráticos y los egresados tienen el derecho de elegir a las personas que dirigen cada unidad académica, y cada uno de estos sectores, tiene espacios de representación. Formalmente, las autoridades dentro de la Usac no son puestas a dedo, sino que se realiza a través de un proceso en donde participan la mayorí­a de las personas involucradas en la academia.

Gracias a la autonomí­a, la Usac también puede decidir de qué manera utilizar los recursos que le otorga el Estado para su funcionamiento y, lo que es aún más importante, hacia dónde dirigir la investigación, cuál es la mejor manera de impartir las cátedras, cuáles son los cursos que integran una carrera universitaria…

¿El modelo está agotado? De ninguna manera. Pese a los planteamientos de quienes insisten en la privatización de la educación superior y de convertir el derecho a la educación en una mercancí­a, lo que realmente se necesita para la Usac es una profunda reflexión sobre sus alcances con la estructura que actualmente mantiene.

Por ello, más que enfocarse en la manera en que se elegirán a los representantes de los catedráticos ante la Junta Directiva de cada unidad académica, nuestro esfuerzo, como estudiantes, debe ir enfocado a la transformación de nuestra universidad.

Ante esta situación de la Usac, que bien puede ser considerada como crisis, es necesario sumar esfuerzos para la edificación de una universidad acorde a las necesidades actuales del paí­s, con la plena convicción de defensa de la autonomí­a, el ejercicio de la ciencia y la construcción de un pensamiento crí­tico y reflexivo. ¿Qué tal si cerramos las puertas, pero al modelo de universidad que nos quieren imponer? ¿Qué tal si las abrimos para una profunda reforma universitaria?