Guatemala vive sus momentos más álgidos en la era Colom, ante una ola de violencia desmedida que ha puesto de rodillas a la población. El plan de cien días que anunciaba el Presidente cuando era candidato, y que vociferaba a los cuatro vientos cuando empezó su gestión ¡es todo un fiasco!
El Presidente y su equipo de seguridad encabezado por el Ministro de Gobernación se han ensimismados, y pretenden que les creamos que la situación de violencia -especialmente la muerte indiscriminada y a mansalva de los pilotos de buses- es debido a la autoría de tan sólo un individuo a quien han identificado con el pseudónimo de «Smiley». ¡A otro perro con ese hueso!
El Presidente sugiere posibles hipótesis que explican la hecatombe que vivimos actualmente, y que se ha encrudecido en las últimas semanas -especialmente el día martes y miércoles de esta semana en que los capitalinos huíamos despavoridos y en tropel tan rápido como podíamos, para refugiarnos en nuestros hogares- a saber: a. La situación que se vive es debido al crimen organizado; b. Se pretende desestabilizar a su gobierno; c. Venganza del narcotráfico por las «supuestas» políticas de seguridad implementadas en su contra; o bien podría ser d. Que todas las anteriores sean correctas; a estás alturas del partido las autoridades ya deberían de tener la certeza de saber contra quién están luchando, y quién o quiénes son los responsables de la psicosis urbana que azota el país, en vez de perder el tiempo en especulaciones vanas que en nada ayudan.
La oposición por su parte no desaprovecha la oportunidad para hacer alarde del plan de seguridad que elaboraron durante la campaña electoral pasada; el Partido Patriota ha ofrecido al presidente Colom su propuesta de seguridad la cual fue rechazada in limine por el Presidente; lógico y como era de esperarse, ya que el hecho de implementarlo sería aceptar la ineptitud de su gobierno en un tema tan importante que fue el caballito de batalla para ambos candidatos en la última contienda electoral.
Mientras tanto, debemos seguir bregando contra de la corriente, y no dejarnos vencer. No nos refugiemos en nuestros propios miedos, y salgamos a trabajar que ya vendrán mejores tiempos.