El Congreso de la República consume las horas finales para la aprobación del presupuesto general de la Nación en lo que es, sin duda alguna, una prueba decisiva para el oficialismo. Todo indica que es el mismo oficialismo el que está frenando la aprobación final del presupuesto porque prefieren trabajar sin los candados y mecanismos de control que podrían aprobarse y con la experiencia de este año queda claro que el río revuelto que se forma es ganancia para los pescadores.
En un año electoral, repetir la experiencia puede ser una maravilla para el oficialismo porque lo que buscarán es disponer de transferencias más libremente y por ello es que la no aprobación de la norma será realmente imputable, como lo fue el año pasado, al partido de gobierno por más que se le achaque a la oposición. Y es que desafortunadamente el ministro Fuentes Knight no tuvo la entereza de sostener su ofrecida renuncia en caso de que por instrucciones de la esposa del Presidente no se aprobara el presupuesto y por ello quedó en el aire qué había pasado, no obstante que él mismo filtró a la prensa que el torpedeo venía de esa alta posición.
El peligro adicional que debe señalarse es que el año entrante los diputados, dentro de doce meses, estarán por entregar sus cargos y los que se reeligieron estarán presionando por obras para sus distritos, lo que hará muy difícil nuevamente la aprobación del presupuesto y se puede obligar al nuevo gobierno a continuar con el desorden y anarquía imperante en la actualidad.
Si algo fue proverbial en el transcurso de muchos gobiernos es que a pesar de los pesares y de instrucciones en contra, se mantuvo la disciplina fiscal que permitió estabilidad macroeconómica en el país. Eso se ha perdido por completo debido a la voracidad sin límite que plantea el plan de reelección que tiene el oficialismo por medio de la esposa del Presidente, quien pretende continuar cuatro años más dirigiendo los destinos del país como lo ha hecho durante este período.
No se trata, pues, de un trámite ordinario en el Congreso de la República sino de una decisión crucial que marcará el año próximo y posiblemente afecte la estabilidad económica nacional por falta de transparencia. Un presupuesto lleno de parches, como el de este año, fomenta la corrupción porque estimula las transparencias que se pierden en el maremágnum de traslados de fondos que se hacen de una dependencia a otra, en este caso de todas las dependencias a los programas que dirige la señora de Colom y que son la esencia misma de su campaña política.