La decisión de Belice de otorgar licencias de exploración petrolera en la zona territorial en disputa con Guatemala, constituye una prueba de fuego para la Cancillería de nuestro país que tendrá que actuar con apego a derecho, pero con la máxima energía para proteger los intereses nacionales que puedan verse comprometidos por la explotación de petróleo en sitios sujetos a un reclamo territorial.
En el tema del petróleo, pensamos que los países que poseen ese recurso tienen que aprovecharlo adecuadamente y con negociaciones que les dejen importante beneficio. Lamentablemente ese no ha sido el caso nuestro en el que las negociaciones benefician a unos pocos, pero casi nada al pueblo, porque los niveles de regalías son ínfimos bajo el pretexto de la baja calidad del crudo que se ha encontrado en Guatemala.
Pero en el caso de lo que ocurre ahora con Belice es obvio que se trata de un pulso en el que se está poniendo a prueba a nuestras autoridades de Relaciones Exteriores, puesto que la historia demuestra que la diplomacia guatemalteca es muy timorata y acobardada a la hora de plantear con claridad exigencias de respeto a una situación que es de disputa legal de los derechos de ambas partes. En Belice saben que la Cancillería guatemalteca prácticamente nunca ha dado la talla a la hora de tener que presentar una protesta o un reclamo en forma enérgica y que actúa como si una serie de complejos le impidieran esgrimir contundentemente los argumentos jurídicos a favor de nuestro país.
La exploración petrolera en la zona en disputa es para los beliceños una oportunidad de actuar de hecho contra los reclamos territoriales de Guatemala y afianzar así su soberanía sobre esa parte del territorio. Justo es reconocer que el espacio de maniobra para nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores es limitado, porque así quedó luego de la forma en que procedió el gobierno de Serrano cuando de manera unilateral e incondicional estableció relaciones diplomáticas con Belice en un tácito gesto de renuncia a un reclamo ancestral.
Pero no se puede pasar por alto que es una prueba de fuego para nuestro gobierno y la conducción del tema siempre polémico de Belice porque la decisión adoptada compromete seriamente lo que va quedando del reclamo y de esa cuenta por lo menos tiene que haber una enérgica postura de rechazo a la decisión por la reserva de derechos que Guatemala mantiene respecto a la soberanía de parte del territorio. Y es necesario que la Cancillería actúe con firmeza al emitir su nota de protesta que tiene que hacer mención del reclamo que mantiene vigente nuestro país.