Prueba de fuego


El mundo no sale aún de la sorpresa. La decisión del Instituto Nobel de elegir al presidente estadounidense Barack Obama como el recipiente del Premio Nobel de la Paz, causó esa sorpresa global. Los comentarios no se hicieron esperar. Y tanto aquellos que estaban a favor, como quienes lo adversaban consideraban la decisión con sorpresa.

Carlos E. Wer

¿Fue la decisión de la Comisión una que indudablemente polí­tica, se plegaba al empuje de un proyecto fallido de imperio que se niega a morir? O ¿Fue una consciente decisión de que al elegirlo Nobel de la Paz, lo obligaban a tomar decisiones que fueran de acuerdo a ese honroso reconocimiento? A tan corto plazo de su elección como Presidente de los Estados Unidos de América y por lo consiguiente del paí­s, aunque con pies de barro, más poderoso del mundo, no ha llevado a cabo nada más que alentadoras palabras que propugnan un cambio mundial. Pero, en la práctica las acciones han representado la continuidad de las polí­ticas que tanto económicas, como las que representan la presencia del poderí­o militar estadounidense en el mundo, fueron las que llevaran al desastre la campaña republicana por mantener el poder. La continuidad en las polí­ticas económicas que favorecen a las empresas. Que iniciara el ex presidente Bush, se mantuvieron a pesar de que mayor número de sus ciudadanos han sido empujados a perder su trabajo o su casa. El mantenimiento del apoyo a la Reserva Federal y al FMI, olvidando que fueran dos instituciones responsables por implantar las medidas económicas neoliberales que llevaran miseria a los paí­ses tercermundistas, y a su mismo paí­s al borde del colapso, parecieran negar lo acertado de la decisión del Instituto.

Su decisión de mantener y aumentar los efectivos militares en Irak, de mantener la polí­tica de empujar el conflicto hacia Irán, para detener a la emergente y poderosa China, quien reclama el relevo a su favor en la supremací­a mundial diseñado por el equipo neocon de Bush y del actual Asesor de Seguridad, el ex Secretario de Estado de apellido difí­cil de pronunciar, niegan lo acertado de la decisión.

Sin embargo, la responsabilidad que recae en él como Premio Nobel de la Paz…¿Le obligará a tomar decisiones acordes con él ? ¿Estará decidido a llevarlas a cabo, aun cuando ello representa el voltear la espalda a las fuerzas que le financiaron y que le elevaran a la primera magistratura?…La respuesta está justa a la vuelta de la esquina.

En pocos dí­as más se celebrarán las sesiones de la Comisión de las Naciones Unidas responsables de revisar los avances de los paí­ses en el cumplimiento de sus directrices, misma que llevará nuevamente el caso del bloqueo a Cuba impuesto por los Estados Unidos de América a ese paí­s por más de 50 años?¿Cuál será la decisión del flamante Premio Nobel de la Paz? Su decisión, ¿estará más inclinada a su condición de Premio Nobel, o imperará en él por el contrario, su condición de dirigente del hegemón que mantiene un cordón de bases militares alrededor del mundo?

La prueba de fuego devolverá al mundo, o la esperanza de poseer un lí­der que consciente de su enorme responsabilidad ante la humanidad, inicie ante la Asamblea, que ha votado masivamente a favor del cese del inhumano bloqueo que ha negado al pueblo cubano el acceso a medicamentos, equipo médico, alimentos y otras necesidades vitales, la reversión del voto estadounidense, o el mantenimiento de las agresivas polí­ticas que pretenden oxigenar al moribundo sistema económico financiero mundial.