La conferencia sobre Irak, que prevé reunir el sábado en torno a la misma mesa de conversaciones a Estados Unidos, Siria e Irán en Bagdad, representa una prueba fehaciente de la voluntad del diálogo que Washington aseguró en los últimos días a sus adversarios.
Washington fue uno de los primeros en confirmar su participación en la reunión anunciada por el gobierno iraquí, y a la que fueron invitados los países vecinos de Irak, así como también los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña).
La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, fue aún más lejos que los propios anfitriones iraquíes y anunció una segunda conferencia sobre el país en abril, esta vez a nivel ministerial, y que también contará con la presencia de Estados Unidos.
El portavoz del departamento de Estado, Sean McCormack, precisó el miércoles que esa reunión ministerial se realizará probablemente «en la primera quincena de abril» en Turquía.
El consejero de Rice sobre Irak, David Satterfield, integra la delegación estadounidense que estará en Bagdad el sábado y que será liderada por el embajador de Estados Unidos en Bagdad, Zalmay Khalilzad.
Pese a esta voluntad de participar en el debate, el gobierno estadounidense mantuvo el tono ofensivo con Irán y Siria, consideradas las ovejas negras de Estados Unidos en Medio Oriente.
El presidente George W. Bush afirmó el martes que las conferencias sobre Irak serán «una prueba importante» para Teherán y Damasco. «Serán unas conferencias para determinar si Irán y Siria quieren ser fuerzas constructivas en Irak», añadió.
El portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, dio más detalles el miércoles: «Para mostrar su disposición, Irán debe asegurar que no exportará más a Irak personas con intenciones de perpetrar actos de terrorismo y armas para asesinar estadounidenses, iraquíes o de otros países, con el fin de desestabilizar el gobierno» iraquí, declaró.
Las autoridades estadounidenses acusan con frecuencia a Teherán de participar en el contrabando de armas y explosivos, destinados a grupos armados iraquíes. Washington acusa además a Siria de permitir el pasaje por su territorio de grupos armados hostiles que se dirigen a Irak.
Washington no excluyó el diálogo bilateral con la delegación iraní al margen de la conferencia de Bagdad, pero aclaró que este estará consagrado a las relaciones entre Irán e Irak y no al programa nuclear iraní o a la crisis en Líbano.
«Si tenemos la oportunidad de conversar sobre los explosivos, del apoyo de Irán a sus redes (…), claro que lo vamos a hacer», dijo Sean McCormack. «Si esto implica debatir con el representante iraní en el contexto de esta reunión, claro que aprovecharemos la ocasión», añadió.
Rice tampoco dejará pasar la oportunidad de debatir sobre esta cuestión si la oportunidad se le presenta en la conferencia de abril, dijo McCormack.
«No va a dejar pasar esta oportunidad, ni ella permanecerá en silencio si tiene la posibilidad de conversar con un diplomático iraní sobre cuestiones vinculadas a Irak y la seguridad» en ese país, precisó.