Atascos de tráfico, controles estrictos y mucho ajetreo acompañarán a las fuertes medidas de seguridad que se desplegarán para la visita histórica a Israel del presidente estadounidense George Bush la próxima semana, un viaje que promete traer de cabeza a israelíes y palestinos.
Durante dos días, se aplicarán medidas de seguridad draconianas en todo el recorrido del presidente norteamericano, con el cierre de calles a la circulación y autopistas cortadas en torno a Jerusalén y las ciudades palestinas de Cisjordania.
«Esta visita va a paralizar Jerusalén (…) Será imposible moverse. Se prohibirá el acceso a cualquier lugar a proximidad de Bush», declaró un alto responsable israelí que requirió el anonimato.
Con la esperanza de calmar a la opinión pública, el gobierno israelí contrató importantes espacios publicitarios en los principales diarios para pedir disculpas por las molestias ocasionadas.
Se tomaron todas las medidas posibles para que Bush pueda desplazarse sin peligro en las densas ciudades de la región.
No resulta fácil asegurar el paso del cortejo presidencial en las callejuelas de la Ciudad Santa, un cortejo formado por decenas de vehículos en los que viajan sus agentes de seguridad, sin hablar de los cerca de 200 periodistas que lo acompañan.
Sin embargo, por petición del alcalde de Jerusalén, que desea evitar problemas de tráfico a sus conciudadanos, Bush efectuará la mayor parte de sus desplazamientos en helicóptero, según el diario Yediot Aharonot.
Aunque no se proporcionaron cifras oficiales al respecto, según la prensa se desplegará a unos 8 mil policías israelíes y a varios miles de sus colegas palestinos.
Durante su visita, la primera en más de nueve años de un presidente estadounidense en ejercicio, Bush se alojará principalmente en Jerusalén y viajará a Cisjordania para reunirse con el dirigente palestino Mahmud Abas.
«En materia de seguridad, es el acontecimiento más complicado en más de una década», afirma Yediot Aharonot.
Según altos responsables, la oficina del primer ministro israelí Ehud Olmert formó un equipo especial para coordinar la visita y los agentes de seguridad estadounidenses inspeccionaron sistemáticamente el terreno para determinar el lugar más adecuado para el encuentro entre Bush y Abas.
«Todavía continúan las conversaciones con los norteamericanos al respecto», afirmó esta semana el ministro palestino de Información, Riyad al Malki.
«Creo que el encuentro tendrá lugar en Ramalá, pero puede que Bush vaya también a otras ciudades» palestinas, como Belén o Jericó, añadió.
«Todos los servicios de seguridad palestinos están preparados para garantizar la seguridad del presidente Bush, que será un invitado de honor en Palestina, en cada ciudad que desee visitar», aseguró el general Dhiab al Ali, jefe de la Seguridad Nacional palestina en Cisjordania.
Las fuertes medidas de seguridad recuerdan a las que rodearon la visita en diciembre de 1998 del entonces presidente estadounidense Bill Clinton. Unos 15 mil policías israelíes y otros tantos palestinos fueron movilizados, además de cientos de agentes de la CIA.