Grupos indígenas decidieron que este día, que es la fecha internacional y nacional de los pueblos indígenas, sea también su día de la dignidad y ayer diversos puntos del país se vieron afectados por las marchas realizadas para presionar al Gobierno para que aceptara dialogar sobre varios puntos que son de interés de los grupos organizados.
Indudablemente que las marchas y la toma de algunos puntos estratégicos de la red vial del país crearon profundo malestar en los automovilistas y transportistas que vieron alterada su vida cotidiana por esa expresión colectiva. Y no faltan las severas críticas por el hecho de que se nos afecte a todos por la demanda de unos y específicamente se habla del derecho a la libre locomoción que se ve afectado.
Sin embargo, como ya lo dijimos alguna vez en La Hora, tristemente en Guatemala prevalece la norma que quien no llora no mama, porque aquí ninguna autoridad reacciona ante el flujo de las peticiones realizadas en el marco del procedimiento administrativo y siempre se ignoran los planteamientos sociales, hasta que se produce alguna medida de presión que coloca al Gobierno contra la pared y entonces sí que se toman en cuenta las peticiones que formulan esos grupos.
Lo ideal sería que los pobladores jamás tuvieran que recurrir a medidas de hecho para hacerse oír y ejercer su derecho constitucional de petición, pero hay que ver el curso que se da a las peticiones que se hacen en el marco del proceso administrativo normal y dada la idiosincrasia de nuestros funcionarios, todas ellas terminan durmiendo el sueño de los justos porque así es como se actúa. Si las denuncias presentadas al Ministerio Público en casos de delitos graves no merecen siquiera una investigación superficial, qué puede esperar el ciudadano que acude a la autoridad con peticiones que no son lo que podríamos llamar de «alto impacto».
Y se va acumulando la presión hasta que llega el momento en que se acude a una marcha que para ser notoria tiene que afectar la vida normal y cotidiana. Si los campesinos que hacen una marcha circulan por las banquetas y se detienen en los semáforos hasta que puedan pasar sin afectar a los automovilistas, el efecto de esa marcha será igual que el de una petición presentada a la Secretaría General de la Presidencia. Pero si en cierto momento se afecta el flujo normal de los vehículos, logran su cometido de hacerse sentir y hasta pueden ser recibidos en Casa Presidencial para exponer sus puntos de vista. No quiere decir que les vayan a resolver nada, porque ni así se logran resultados, pero al menos salen con la mediana satisfacción de haber obligado a que los escucharan.